Ligar el vino al producto alimentario

Desde el mismo sector vitivinícola sabemos que el Vino ha dejado de ser un producto de consumo diario y que su recuperación, al menos en el corto y medio plazo, resulta totalmente utópico. Aunque, con tanta claridad como esto, sabemos que el Vino es un producto hedonista y social con una altísima carga emocional. Lo que nos lleva a pensar que el futuro consumo no pasa tanto por las cualidades alimenticias o saludables que nos proporciona una botella de vino, como en el placer sensorial que sea capaz de transmitirnos cada copa.

Esto, que ha sido bien entendido por elaboradores de otras bebidas o de los mismos elaboradores vinícolas de otros países productores; en España no hemos sabido, o podido (porque aquí hay opiniones para todos los gustos) hacerlo con nuestros vinos. Y, por una cosa o por otra, hemos seguido empeñados en machacar al consumidor con las notas de cata, mucho más cerca de las características organolépticas del vino, para lo es necesaria una preparación que nuestros consumidores no tienen, que con las sensaciones placenteras y de disfrute que nos proporciona su consumo.

Ahora, la Unión Europa en su nueva política de promoción dentro de su territorio tiene previsto limitar las campañas a aquellas que estén asociadas a un producto agrícola o alimentario, ya que su inclusión en la política anti-alcohol comunitaria, junto con bebidas de alta graduación impedirá cualquier campaña que no esté dirigida a informar sobre los sistemas de calidad.

Esto, que desde el punto de vista de la concepción alimenticia del vino que defendemos desde el sector es un palo en la rueda de nuestra aspiraciones, es posible que acabe convirtiéndose en un aspecto positivo que termine poniéndonos las pilas y nos haga considerar, de una vez por todas, que al igual que los momentos de consumo han cambiado, también lo han hecho los consumidores, los mensajes y los medios por los que llegar a los clientes.

Las Moradas de San Martín – Libro Siete – Las Luces 2007

Frontal Las LucesDisfrutad de una buena compañía junto una humeante chimenea y las montañas nevadas al fondo. Dejaros llevar por lo idílico del momento.

Y si queréis reondear la estampa os recomiendo que aprovechéis el momento con una copa de Las Moradas de San Martín-Libro Siete-Las Luces 2007,  de aroma potente, confitura de frutos rojos, frutos negros maduros, finos tostados, especias y maderas dulces, regaliz medicinal, turba, licor de ciruela, fondo mineral. Potente en boca, carnoso, licoroso, medicinal, repite los valores olfativos, enorme equilibrio y potencial.

Sin saber dónde estamos

Con ser importante el volumen de cosecha al que nos enfrentamos (algunos lo sitúan incluso por encima de los cincuenta millones de hectolitros), y dejando a un lado sentimientos patrios de convertirnos en el primer país productor del mundo (lo que no lleva más que a tener un problema mayor del que ya teníamos cuando éramos los terceros); conocer la producción a la que nos enfrentamos esta campaña, sin duda, ayudará a estabilizar los precios de un mercado que anda bastante preocupado por lo mucho producido y lo poco que hay vendido hasta ahora.

Aún con todo y con eso, no creo que sea ni la producción, ni los precios, ni los compradores el mayor problema al que el sector vitivinícola español se enfrenta, y sí el del desconocimiento sobre cuáles han sido las verdaderas razones que nos han llevado a esta histórica cosecha.

Hablar de cincuenta millones de hectolitros como los que obtuvimos en la campaña 2004, con una superficie de viñedo de un millón ciento cincuenta mil hectáreas, podría parecer incluso una producción corta si tenemos en consideración que el rendimiento medio obtenido fue de poco menos de cinco mil novecientos kilos por hectárea. Y bastante menos si tenemos en cuenta que este año muy posiblemente superemos los siete mil quinientos de media.

¿Dónde está nuestro potencial de cultivo?

Pues eso me pregunto yo, porque desde el Magrama lo único que han hecho ha sido elaborar dos estudios, uno sobre la aplicación de la reestructuración y reconversión en España y otro sobre el potencial de (superficie) de producción (de los que encontrarán amplios artículos en la revista); pero ninguno que aborde el verdadero problema, que es saber cuál es nuestro potencial de producción de uva y vino.

¿Subprime en el sector?

Después de leer que Morgan Stanley Australia en su estudio, confeccionado al parecer para la empresa Treasury Wine Estates, ha llegado a la conclusión de que la producción de vino mundial va a resultar insuficiente para cubrir las necesidades de consumo en los próximos años, no sé si tirar el lápiz al aire y dar brincos de alegría, o cogerlo con fuerza y hacer ímprobos esfuerzos por no clavárselo a los autores del informe por haberse atrevido con tal aseveración.

Parece bastante lógico pensar que una entidad financiera que desarrolla su actividad como banco de inversiones, cuenta con una información privilegiada y unos analistas que saben manejar la información de forma correcta. Pero también cabía pensar lo mismo cuando las ‘subprime(hipotecas basura) y no les voy a contar a lo que nos han llevado.

No hay duda de que la industria vinícola está a años luz del mercado inmobiliario y financiero, pero no deja de llamar la atención el interés que las entidades de inversión (no solo Morgan Stanley) tienen en el sector, proliferando los fondos de inversión de este tipo de los bancos más reputados y solventes del mundo.

A mí me gustaría pensar que Morgan Stanley cuenta con cualificados analistas y han tratado los datos estadísticos correctamente. Que los que nos dedicamos a este sector desde hace decenios, y con mucha menos preparación; le hemos perdido la perspectiva al centrarnos demasiado en la inmediatez. O que la traslación de los países tradicionalmente consumidores y productores a nuevos destinos y grupos de población, que han sido históricamente ajenos al vino, situará las cuotas de consumo muy por encima de las actuales.

Pero para que todo esto tuviera alguna posibilidad de hacerse realidad hay dos cuestiones que, en mi opinión, resultan fundamentales. La primera de todas, que las estadísticas vitivinícolas sean fiables, cosa que sabemos que, cuando menos, merece ser cuestionada, tanto por la información divergente que ofrecen (según  la fuente de donde provengan), como por la actualidad de las mismas. Y segunda, hay que tener en cuenta que estos planteamientos se realizan bajo la premisa de que parámetros de producción permanecen estables y solo varían los de consumo.

Y en este sentido España, que nos pilla bien cerca para entenderlo mejor, podría ser un magnífico ejemplo. Sin todavía datos de producción oficiales, a ninguno de los niveles; se hace bastante fácil pensar que la cosecha estará en el entorno de los cincuenta millones de hectolitros, lo que supondrá casi un cuarenta por ciento sobre la producción publicada por el Magrama y un cuarenta y seis sobre los datos del FEGA. Dejando a un lado discrepancias que, ya sabemos, se deben a cuestiones metodológicas de la Unión Europea en la elaboración de las declaraciones de producción; deberíamos preguntarnos cuál es nuestro potencial de producción y si en los próximos años vamos a estar más cerca de los treinta y muchos en los que hemos estado los últimos años o, como hay quien opina, de los cuarenta y muchos, como consecuencia de las 274.631 hectáreas reestructuras entre 2001-2012 y de las que 71.397 corresponden al periodo 2009-2012 cuya entrada en producción todavía está pendiente.

Diez millones de hectolitros es posible que para un analista de inversiones no sean muchos, aunque ello suponga un cuatro por ciento de la producción mundial y estemos refiriéndonos a un solo país. O que en el conjunto de la Unión Europea su superficie vitícola haya disminuido doscientas setenta mil hectáreas en estos últimos trece años y en cambio su producción solo se haya mermado en treinta millones de hectolitros. Pero esto, unido al factor variable que supone la climatología en la agricultura, me hace cuestionar lo que se conoce de este informe y preguntarme si desde el sector no es posible contar con una información de este tipo.

Bacchus 2014

Organizado por la Unión Española de Catadores (UEC), Bacchus 2014 convertirá a Madrid durante cinco jornadas, del 14 al 18 de marzo de 2014, en capital mundial del vino. Más de un millar de vinos procedentes de los principales países productores del atlas mundial serán evaluados por un centenar de los más prestigiosos catadores procedentes tanto de dentro como de fuera de nuestras fronteras.

Concurso integrado en la Federación Mundial de Grandes Concursos de Vinos (VINOFED) y avalado por la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV), Bacchus se consolida como referente de los certámenes de calidad en nuestras latitudes, no en vano participan en él la práctica totalidad de las indicaciones geográficas de calidad de la España vinícola. Un hecho refrendado en su última edición por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente de España, valiéndose de sus cinco mejores calificaciones para otorgar el Premio Alimentos de España al Mejor Vino del año 2013.