La primera impresión con la que debemos abrir esta edición no puede ser otra que la de satisfacción por la elección de Pau Roca para asumir la Dirección General de la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV). Asiento que ocupará por primera vez en la historia un español y en cuyo proceso electoral se han evidenciado posiciones que iban más allá de lo estrictamente personal sobre la idoneidad de uno u otro candidato, poniendo de manifiesto dos posturas muy diferentes de concebir el sector vitivinícola mundial y a cuya armonización deberá dedicar una buena parte de sus esfuerzos el nuevo director general.
Felicidades pues al director general de la OIV in pectore y mucha suerte en esta etapa que confiemos resulte fructífera para el sector vitivinícola y ayude a consolidar el crecimiento del consumo en los nuevos mercados y recuperar una pequeña parte de lo perdido en los tradicionales.
Centrándonos en la actualidad más inmediata debemos decir que los datos publicados por el FEGA relacionados con el Programa Nacional de Apoyo (PASVE) del ejercicio 2018 (16 octubre 2017 a 15 octubre 2018) no pueden ser más lamentables. Pues si admisible podría resultar que no se gastaran todos los fondos asignados en un ejercicio; difícilmente es comprensible en un país en el que el valor de sus productos se sitúa a la cola de todos los grandes países productores y en el que campañas como la 2017/18 han evidenciado la incapacidad de aprovechar las oportunidades que ofrecen las oscilaciones de las cosechas.
Dejar de gastar en la destilación de subproductos 14,92 M€ de los 31,8 presupuestados podría tener una explicación en el descenso de la cosecha. Pero dejar de hacerlo en el resto de medidas: promoción en terceros países 11,86 de 54 M€, reestructuración de viñedo 10’94 de 74,26 ó 11,22 de 50,26 en inversiones; resulta totalmente incomprensible para un sector que precisamente tiene en la adaptación de la producción a la demanda del mercado su asignatura pendiente.
Analizar las causas que nos han llevado a perder esta importante oportunidad: cofinanciación, trabas administrativas en la gestión o control del gasto… debiera ser un ejercicio de reflexión por parte del sector y las administraciones de cara a que en el nuevo periodo iniciado 2019-2023 no volviera a suceder. Es un lujo que, sencillamente, no nos podemos permitir.