En palabras del comisario europeo de Agricultura y Alimentación, Christophe Hansen: “en un mundo marcado por la inestabilidad geopolítica y las presiones comerciales, una política sólida de I.G.s es más esencial que nunca para garantizar la resiliencia y la autonomía del modelo agroalimentario de la UE”.
Esperanzadoras declaraciones para un sector amenazado por la caída mundial del consumo y legislaciones antialcohol que pueden suponer un fuerte freno a la difusión de la Cultura del Vino y a las recomendaciones del propio sector sobre un consumo moderado y responsable.
Que sean las figuras de calidad, con un mayor apoyo a las campañas de promoción específicas, es un buen punto de partida en el reconocimiento de que las I.G.s, no sólo contribuyen a los ingresos de los agricultores y productores, sino que también crean puestos de trabajo, promueven la gestión sostenible de los recursos y contribuyen al crecimiento económico en las zonas rurales. Siendo un símbolo de la calidad y la tradición europeas.
Por otro lado, la copresidenta del Intergrupo Vino del Parlamento Europeo, Esther Herranz, presentaba hace unos días ante la Comisión de Agricultura y Desarrollo Rural (Comagri) una serie de medidas para que, puedan ser negociadas y acordadas en el trílogo con la Comisión Europea y el Consejo
Del informe, cabe destacar la posibilidad de usar los fondos europeos sectoriales para financiar medidas de crisis como cosecha en verde, destilación y arranque. Así como permitir la transferencia de fondos sectoriales no utilizados al año siguiente para destinarlos a medidas de gestión de crisis.
Aumentar la cofinanciación al 80% en medidas de promoción exterior y adaptación al cambio climático, y permitir la prórroga de las campañas de promoción por cinco años extra en caso de que sea necesario para la consolidación de los mercados.
Prorrogar un año en caso de fuerza mayor la utilización de las autorizaciones de plantación. Garantizar la coherencia al evitar que los beneficiarios de medidas de arranque accedan a nuevas autorizaciones de plantación durante los cinco años siguientes. Simplificar las normas de etiquetado para vino destinado a la exportación a terceros países. E incluir la lucha contra enfermedades como la flavescencia dorada en los planes sectoriales.
Mientras todo esto tiene que ir evolucionando, las exportaciones españolas, entre mayo de 2024 y abril de 2025, según el informe elaborado por la Interprofesional (OIVE), presentaron una evolución negativa en volumen -8’6% y 179’8 millones de litros. Más contenida en valor que cayó apenas -1,4%, 41,5 millones de euros menos.
Los vinos a granel fueron el grupo más castigado, con una caída del 3% en valor (527,5 millones €) y del 9,9% en volumen (1.064,9 millones de litros). Mientras que, en los envasados, los I.G.P. fueron los que más cayeron -10,8% en valor y un 23,1% en volumen. Los varietales lo hicieron un -2,2% en valor y un -7,3% en volumen. Y los vinos sin ninguna indicación cerraron el periodo en positivo con un crecimiento del 3,5% en valor y +0,5% en volumen.
Los espumosos acusaron un descenso del 1,8% en valor y del 10,8% en volumen, marcado principalmente por la pérdida del cava (-8,7% en valor y -22,1% en volumen.