Excelente oportunidad

¿Son muchos cuarenta y cinco millones de hectolitros?

Esa es la pregunta que, con más o menos insistencia, nos estamos haciendo “todos” en estos momentos. Pues si bien no parece que la cifra pueda ser descabellada para un país con casi un millón de hectáreas (951.201), sí al menos es un problema, considerando que de esos, tan solo diez millones de hectolitros son consumidos en el mercado interno. Al resto hay que buscarle colocación en la elaboración de mostos, obtención de alcoholes de uso de boca o en exportación…

Cinco millones de hectolitros que se queden sin fermentar y vayan al mercado de los mostos en sus diferentes tipologías, no parece que sea una cifra exagerada. Es más, en campañas tan grandes como la 2013/14 esa cantidad destinada a mostos estuvo por encima de los siete millones de hl. Es decir, que margen para asumir esa cantidad hay suficiente como para que no sea un problema considerarla en nuestras estimaciones.

Lo que vaya asumir el sector de los destiladores y vinagreros en el capítulo de usos industriales es algo más complicado de establecer. Pero viendo la evolución que estos elaborados han tenido en las últimas campañas, asignarles otros cinco millones de hectolitros tampoco parece que sea una cifra descabellada que pudiera darnos alguna sorpresa.

Luego de los cuarenta y cinco millones ya tenemos veinte “colocados”. Considerando que según los datos publicados por el OEMV relativos a las exportaciones del primer semestre del año, llevamos vendidos 28,808 Mhl en cifra interanual; tampoco parece que vayamos a tener muchos problemas en seguir vendiéndoles a nuestros clientes extranjeros una cantidad similar, máxime cuando sus estimaciones de cosecha sitúan sus producciones ligeramente por debajo de las del pasado año en el caso de Francia, con 42,91 Mhl (-10%), Portugal 5,6 Mhl (-20%) y solo Italia presentaría un aumento en sus previsiones iniciales llegando hasta los 50 Mhl (+5%).

Hemos de considerar además que aquellos países que pudieran ser, o al menos lo han sido hasta ahora, nuestros competidores a la hora de abastecer de vino barato al mercado internacional tampoco presentan datos muy favorables con caídas cercanas al treinta por ciento en Argentina, veintiuno en Chile y casi del siete en Sudáfrica.

Podríamos concluir así que, salvo que las existencias al inicio de esta campaña (de la que todavía no tenemos datos) resulten estar muy por encima de las del año anterior, de 1,623 Mhl de mosto y 32,064 Mhl de vinos (lo que no solo parece muy poco probable sino que lo más seguro es que estemos hablando entre uno y dos millones menos), la campaña pinta muy equilibrada y con grandes posibilidades.

¿Hasta dónde? Pues esa es la otra gran cuestión.

Sí parece que lo primero que debería modificarse, con respecto al año anterior, fuera el precio al que se cierren los contratos que, la AICA nos recuerda, sigue siendo obligatorio firmar antes de descargar el primer racimo de uva en la tolva; y en los que deben figurar el precio y el plazo de pago que no exceda de los treinta días desde la entrega del último remolque. Pero, al menos que podamos publicar con un mínimo de prudencia, los que lo han hecho hasta ahora ha sido sin el contrato.

Los datos cuantitativos y cualitativos que se desprenden de un fruto con una sanidad espectacular, un tamaño de las bayas pequeño y un potencial de calidad en los elaborados de gran potencial, nos hacen pensar que los precios debieran estar por encima. Y que, además ese incremento no sería muy difícil repercutirlo en el precio de los mostos y vinos, consiguiendo así profundizar en la senda del aumento del valor de nuestros elaborados.

¿Será así? Confío en que no dejemos pasar esta excelente oportunidad. Pero, de momento, todo está por ver.

Informe vendimia

Si bien en Canarias, Andalucía y algunas otras provincias españolas las vendimias ya son una realidad; el retraso en la maduración de entre dos y tres semanas con respecto las fechas de la pasada vendimia podría decirse que es una constante de esta campaña en toda España.

Como también lo es la falta de lluvia que permita desarrollarse al fruto correctamente. Las altas temperaturas, especialmente las nocturnas, que hagan posible esa inversión térmica tan necesaria para la calidad de la uva. O el excelente aspecto sanitario que presenta, prácticamente exenta del más mínimo rastro de cualquier enfermedad criptogámica, aunque esta haya estado presente en algún momento de la cosecha, como también lo han estado otros incidentes como el mosquito verde o los vientos de Levante. Todo ello no impide poder afirmar categóricamente que la vendimia 2016 tiene un excelente porvenir.

¿También para los precios de las uvas, mostos y vinos? Pues en un principio, todo parece apuntar en esa dirección y las circunstancias que rodean la vendimia parecen haberse alineado en ese sentido. Pero la experiencia nos indica que hasta que no se hayan firmado los contratos en los que queden reflejados sus términos, la prudencia, además recomendable, se hace imprescindible.

Otra duda que nos asalta y cuyas consecuencias pueden ser de notable importancia es el rendimiento que pueda presentar el fruto. El pequeño tamaño de las bayas es un buen factor de calidad, pero hasta cierto límite. Tampoco conviene pasar por alto el importante número de hectáreas reconvertidas         y reestructuras en estos últimos años, cuya entrada en producción se espera en un número importante para esta campaña y cuyas producciones, aseguradas por el riego, van mucho más allá de las que históricamente pudieran haberse dado.

Todo a favor para una buena campaña

Tal y como era de esperar, y a pesar del retraso generalizado de entre diez y quince días sobre las del año pasado, las vendimias de 2016 acaparan prácticamente toda la atención de un sector que ha pasado por alto un dato tan importante como el que arrojan las estadísticas de exportación del primer semestre del año y que suponen no solo una aumento del valor, en cifra interanual, de más de noventa millones de euros (+3,5%), sino que, además, el aumento lo acapara la categoría de vinos envasados. Y aunque es cierto que en volumen el dato resulta inferior (seguimos en datos interanuales) al del año anterior, exportar más de veintitrés millones de hectolitros, casi veintinueve si consideramos mostos y vinagres, es una cifra más que aceptable.

Lo que explicaría, en buena parte, el optimismo con el que se contempla la vendimia de este año por parte de las organizaciones agrarias, que insisten, una y otra vez, en llamar la atención de sus asociados sobre la oportunidad que supone esta campaña de cara a conseguir mejorar los precios de sus uvas, dados los problemas de cosecha que están teniendo Francia y Portugal, con previsiones inferiores a las del año pasado, o apenas del cinco por ciento de incremento en Italia.

Tampoco es ajeno a generar esta expectativa en los precios el hecho de que las previsiones que se barajaban a finales del pasado mes de julio sobre la cosecha española se han desinflado debido a la ausencia de lluvias en agosto y la falta de desarrollo que ha tenido el fruto. Una uva de excelente calidad, en términos generales, salvo zonas muy concretas donde el mildiu se ha dejado notar, y que permiten afrontar la vendimia con gran optimismo.

Lástima que la puesta en marcha de la Interprofesión, con la publicación de extensión de Norma y la elección de su director, no haya venido acompañada por la publicación de los datos mensuales del Infovi relativos a las declaraciones de existencias que nos permitieran conocer con exactitud al volumen al que nos enfrentamos de cara a comercializar esta campaña. Pero seguro que en pocos días tenemos información al respecto, ya que sabemos que desde el Magrama están haciendo lo imposible por “pulir” aquellos detalles que están impidiendo la puesta en marcha de una recopilación de información novedosa y su publicación tal y como se había diseñado.

Por una información seleccionada

Es habitual que en estas fechas los rumores sobre la nueva cosecha vayan adquiriendo protagonismo y desde instituciones y organizaciones profesionales y empresariales se viertan impresiones y estimaciones sobre lo que nos deparará la vendimia 2016. Cuando nos enfrentamos a una producción superior a la del año pasado y las condiciones generales permiten pensar en que es posible que esta situación, lejos de verse correspondida con una reducción en los precios de las uvas (lo que sería lo normal si atendiésemos exclusivamente a la ley de la oferta y la demanda), apunta hacia una recuperación de la cotización; la atención se hace todavía más notable y los cálculos se suceden en todos los medios de comunicación.

Lo que ya no es tan habitual es encontrarse con que estas estimaciones son tratadas con el rigor periodístico que requieren, ya que, en algunos casos, se confunden variaciones con respecto a la cosecha del pasado año con la de la media de la zona, o la “normal” (que seguimos sin conocer exactamente qué significa). Incluso confundiendo localidad, comarca o región con denominación de origen. Por no hablar de mezclar kilos con litros, o pesetas (euros sería lo más correcto, pero es que todavía sigue empleándose nuestra antigua moneda en el sector) por kilo, por el kilogrado, sin citar, por supuesto, el grado.

En fin, un sin número de “pequeños detalles” que, la mayoría de las veces sin ninguna mala intención, lejos de arrojar luz sobre la nueva vendimia, lo único que consiguen es sembrar las dudas y ocasionar un cierto desazón en el lector ante la inseguridad de estar entendiendo correctamente lo publicado.

Tampoco son ajenas a esta situación “las fuentes”, que en algunas ocasiones juegan a utilizar diferentes magnitudes para lanzar un mensaje confuso que beneficie sus intereses.

Sea como sea, y con el compromiso, como siempre, de ofrecerles la máxima información contrastada y homogeneizada, las primeras estimaciones realizadas por la organización agraria Asaja apuntan hacia una cosecha que podría resultar en el entorno de los cuarenta y seis millones de hectolitros de una uva de buena calidad. También los hay que consideran que esta cifra estaría muy por debajo de los cincuenta millones de hectolitros en los que sitúan la cosecha, pero a estas fuentes no las tenemos debidamente identificadas y sus estimaciones habrá que situarlas en cuarentena.

Sobre los rumores, que es lo único que de momento se conoce, relativos al precio de la uva, todo apunta hacia un sostenimiento de los pagados en la campaña pasada, o incluso a que sean algo superiores. Dependiendo de la calidad, variedad y zona de producción. Y aunque, en términos generales, podría decirse que los varietales foráneos comienzan a mostrar síntomas de debilidad en algunas zonas, dada la entrada en producción de numerosas hectáreas de las reconvertidas y reestructuras; tampoco aquí esos comentarios permitirían decir que, por norma general, fueran a ser inferiores sus cotizaciones.

Existencias a final de campaña ligeramente inferiores a las del año anterior, aun cuando los datos oficiales no los conoceremos hasta el mes que viene. Cosechas inferiores en el Hemisferio Sur, así como en Francia o Portugal y similares en Italia; albergan la esperanza de nuestras bodegas de enfrentarnos a una campaña en la que, a poquito que no nos pongamos nerviosos, sea posible mantener los mercados y el nivel de volúmenes récord de exportación de esta última campaña e incrementar un poco (cinco o diez por ciento) los precios.

Es más, incluso los hay (castellano-manchegos) que están dispuestos a solicitar del Ministerio la puesta en marcha de los mecanismos que tiene el sector a su alcance, para autorregularse y ordenar la producción y las disponibilidades en cada momento para facilitar esa recuperación de los precios.