Una gran oportunidad

Todo parece indicar que nos enfrentamos a una gran oportunidad para nuestro desarrollo como sector vitivinícola de calidad, con fuerza suficiente con la que reclamar en los mercados internacionales un valor para nuestros elaborados como pocas veces antes hemos tenido. ¿Sabremos aprovecharlo? Esa es la gran pregunta que todos nos hacemos.

Las estimaciones, claramente a la baja, presentadas por los otros dos grandes productores mundiales, Francia e Italia, nos colocan en una posición muy competitiva de cara a defender un incremento en el precio de nuestros vinos y mostos con el que se aproximen al valor de su calidad. Pero también sabemos, porque nos ha pasado en otras ocasiones, que en situaciones parecidas, en las que teníamos una cierta posición dominante en el mercado, nos hemos pasado de frenada y nosotros mismos hemos reventado nuestras expectativas con incrementos en nuestras exigencias que iban mucho más allá de lo que el mercado era capaz de soportar. ¿Haremos lo mismo en esta ocasión?

La sanidad del fruto a causa de la sequía es, en términos generales, extraordinaria, buenísima, como también están resultando los mostos obtenidos. Y aunque los episodios de fuertes y abundantes lluvias en toda la geografía española de esta semana podrían obligarnos a poner en cuarentena esta afirmación en algunos lugares, mucho tendrían que cambiar las cosas como para que tuviéramos que hacerlo.

Los precios de la uva, aunque sensiblemente superiores a los establecidos el año pasado para las uvas, están más o menos acordes a lo que está previsto suceda con la producción, por lo que tampoco parece que estos puedan llegar a suponer un grave problema para contener esa “fiebre del oro” que invade a los productores que, de momento, se niegan a ceder su producción en aras de conocer con más detalle lo sucedido en el mercado internacional y valorar la fuerza de sus existencias.

Sabemos que los consumidores, o los que más próximos están a ellos, que son los distribuidores, especialmente los grandes líderes mundiales; no están por la labor de aceptar incrementos que vayan más allá de lo razonable y que cualquier intento de superar esa barrera supone la paralización y el posterior hundimiento del mercado.

¿Dónde está lo razonable? Esa sería la cuestión. El problema está en que no lo sabemos.

Si queremos trasladar la pérdida de cosecha a los precios para mantener la renta de los viticultores, tal y como parecen haber hecho los dos grandes grupos bodegueros de Castilla-La Mancha, con incrementos que oscilan entre el quince y veinte por ciento con respecto a las cotizaciones de la campaña pasada; muy posiblemente vayamos a tener un problema serio. Si este incremento es asumido en parte por las bodegas con cargo a reducir sus márgenes operativos y aumentar la productividad, es posible que salgamos fortalecidos de la situación. Y si esta oscilación de cosecha es asumida en su parte por la distribución y trasladada en una parte proporcional al precio final de producto, podríamos encontrarnos ante la primera oportunidad de ese objetivo que el sector se ha marcado de sostener el volumen y aumentar el valor de unas exportaciones que suponen dos veces y media el consumo interno.

Herramientas para conocer lo que va sucediendo de forma más o menos actualizada tenemos. Conocimiento sobre lo que deben ser nuestros objetivos a medio y largo plazo en los mercados, tanto nacionales como internacionales, y por donde deben ir nuestras estrategias comerciales; también. Profesionalidad en los departamentos comerciales y de dirección de nuestras bodegas es quizá nuestro punto débil y por el que podría darse al traste con la gran oportunidad que se nos presenta. Confiemos en que esto no suceda y que dentro de un año podamos felicitarnos por el trabajo bien hecho.

Evolución de las vendimias

Nunca resulta sencillo hacer vaticinios, y menos aún si se trata de un producto agrícola como es la uva de vinificación. No obstante, todos los que de una manera u otra manera estamos relacionados con el sector vitivinícola, sabemos que estas semanas determinarán la evolución de la campaña 2017/18. Primero marcando la calidad de las diferentes utilizaciones que se le puede dar al zumo y, obtenidos los diferentes productos, el desarrollo de su mercado; con las naturales oscilaciones de sus cotizaciones y tensiones comerciales entre la propiedad y los industriales.

Decir que esta campaña difiere mucho de lo sucedido en años anteriores sería un tanto exagerado. Sin embargo, hay que reconocer que, a diferencia de otras campañas, en esta parece que la coincidencia sobre la consideración de una cosecha inferior, precios superiores, buena calidad del fruto y un importante adelanto generalizado en la fecha de vendimia son algunas de las cuestiones básicas que marcan la campaña y sobre las que todos muestran cierta unanimidad.

Como coincidencia se da en la consideración de que no están influyendo tanto en la evolución de las cotizaciones (hasta ahora conocidas) de las uvas las estimaciones de si nuestra cosecha puede acabar rondando los cuarenta o los treinta y ocho millones de hectolitros, como el hecho de que Francia o Italia se enfrenten a una vendimia con mermas iguales o superiores a las nuestras.

La seguridad de que nos enfrentamos a una cosecha europea muy baja (tanto que podrían producirse ciertas tensiones en los mercados internacionales) es lo que está haciendo que, salvo las habituales reclamaciones de los sindicatos agrarios exigiendo el cumplimiento de la Ley en la formalización de los contratos, los precios de las uvas hayan aumentado sin muchos problemas.

Aun con todo y con ello, sabemos, por experiencia, que no puede descartarse cualquier cambio brusco de escenario, ni que los resultados, cuando sean publicados de manera oficial los datos de la cosecha, acaben no siendo tan alarmantes como ahora mismo se consideran. Pero para eso habrá que esperar.

Inusitado adelanto

Con un inusitado adelanto, buena parte de la España vitivinícola, se encuentra ya con las vendimias generalizadas. Algo excepcional y fruto de las características del año agronómico que hemos vivido. El campo nos está hablando, nos grita y nos alerta sobre los cambios que el clima está sufriendo y no deberíamos obviarlo.

Conforme han ido pasando las semanas de recogida, con trabajos ya en julio en los puntos más tempranos de nuestra geografía, se han ido confirmando las previsiones de una menor producción. Las causas hay que buscarlas en la sequía que han padecido las regiones vitivinícolas y en las heladas de primavera que asolaron los viñedos de la parte norte del país. Luego, habrá que ver si los viñedos más jóvenes y vigorosos, implantados en las zonas más productivas de España y con el apoyo de riego, y que entrarán en producción en esta campaña son capaces de paliar (veremos en qué porcentaje) algo de esa merma, que podría dejar la producción española por debajo de los 38 Mhl.

Estos trabajos de recogida también han permitido constatar que la uva que está entrando en las bodegas muestra, en términos generales, una gran calidad y un estado sanitario óptimo, lo que redundará en la calidad de los vinos resultantes.

Y ante este escenario de menor producción (no solo en España, sino también en Francia e Italia) los grandes industriales han apostado por incrementar los precios a los que pagarán la uva esta vendimia. Las primeras tablillas hablan de aumentos de entre el 12 y el 20% según variedades en la zona de Valdepeñas. Algo que no es baladí, pues es la gran referencia que estaban esperando en otras zonas productoras para marcar los precios de inicio en esta campaña que se presenta prometedora. Buena vendimia a todos.

Más datos para menos información

Nada me gustaría más que, antes de tomarnos un par de semanas de vacaciones, poder dejar una amplia información de la vendimia que nos espera. Y, aunque lo vamos a intentar, debería comenzar por decir que no va a ser nada fácil.

En primer lugar porque nunca lo es. Predecir el comportamiento que vaya a tener cualquier cultivo, cuando todavía restan varias semanas para ser vendimiado es, siempre, muy complicado. Especialmente cuando ese cultivo es la uva, como es nuestro caso. Un fruto especialmente agradecido, que puede cambiar de manera sustancial con unas lluvias apropiadas en las últimas semanas de maduración.

En segundo lugar, pero no por ello menos importante, porque el desconocimiento que ahora mismo tenemos de nuestro potencial es bastante grande. Las informaciones mensuales del Infovi, lejos de aportar luz y taquígrafos a los mercados con estadísticas puntuales y periódicas de producción y existencias, se han convertido en un nuevo galimatías que todavía habrá que descifrar. Dos ejemplos con que ilustrarlo. A diferencia de lo que sucedía con el anterior sistema de declaraciones de producción, hoy es imposible saber cuánto de lo producido corresponde a vino y cuánto a mosto. Otro ejemplo, en los meses en los que se publican los datos de los productores, incluidos los de menos de 1.000 hl que solo están obligados a hacerlo de manera trimestral (noviembre y marzo hasta el momento) no se facilita información sobre las entradas y salidas, ni el movimiento, consumo y usos industriales.

Como además se trata de una información nueva, a estos inconvenientes habría que añadirle el de carecer de un periodo con el que poder comparar los datos, para tener una visión relativa de la evolución del mercado y si, efectivamente, su concepción numérica responde verdaderamente a lo que parece, o se trata de un efecto estacional.

Todo eso por no entrar en detalles sobre el propio desconcierto en el que los operadores se mueven, no sé si de una forma intencionada o no, pero que nos ha llevado en años recientes (el pasado mismo es un ejemplo perfecto) a situaciones tan incomprensibles como pasar de hablar de una cosecha histórica que estuviera cercana a los cincuenta millones de hectolitros, a otra por debajo de los cuarenta, para acabar con una cifra muy similar a la del año anterior. ¿Voluntario? ¿Fruto del desconocimiento? ¿Capricho de la naturaleza?… ¡No sé! Que cada uno saque sus propias conclusiones.

Lo cierto y verdad es que, aunque no abandono la esperanza, seguimos igual o peor con el tratamiento estadístico de los datos de producción, consumo, movimiento y existencias que pudieran ofrecernos una información fiable con la que operar en los mercados.

Porque esa es otra, los mercados, que han disfrutado de una campaña con cierta estabilidad, dado que los crecimientos en los precios han sido moderados y continuados, sin una ruptura muy pronunciada a lo largo de la campaña; en estos momentos viven un retraimiento de la oferta casi absoluto, motivado por unas estimaciones de cosecha a nivel europeo, según las cuales no solo España, sino también Italia, Francia o Portugal están en la misma situación: vendimias notablemente inferiores a las del pasado año. ¿Cómo para no tener vino suficiente? Ni mucho menos, pero sí para que la oferta y la demanda estén mucho más equilibradas y los precios medios puedan experimentar una subida. Tal y como ya ponen en evidencia las primeras operaciones que se han cerrado de uvas, con incrementos que en algunos casos llegan a estar por encima del treinta por ciento con respecto a las del año anterior.

De momento quédense con esta cifra, cuarenta millones de hectolitros. Volumen por el que podría andar nuestra próxima vendimia