La Conferencia Sectorial de Agricultura y Desarrollo Rural acordaba recientemente el reparto territorial de los 212,3 millones de euros entre las comunidades autónomas para financiar las medidas de apoyo al sector vitivinícola y medidas de sanidad animal y vegetal.
De este montante, 195’177 M€, corresponden a actuaciones de la Intervención Sectorial Vitivinícola (ISV) distribuidas en reestructuración y reconversión de viñedos: 105’929 M€ y 89’249 M€ en inversiones en instalaciones de transformación, infraestructuras e instrumentos de comercialización.
Reunión en la que el ministro Luis Planas manifestó a los consejeros autonómicos su preocupación por la falta de relevo generacional. Un desafío complejo y urgente que necesita del compromiso conjunto de todas las administraciones y del sector; y un trabajo en colaboración para ofrecer respuestas reales y eficaces. Explicando que asegurar la rentabilidad de las explotaciones para que la actividad resulte atractiva a los jóvenes es la forma más efectiva de afrontarlo.
Todo ello queda reflejado en el documento que ha elaborado el Ministerio, que incluye propuestas en distintos ámbitos como: la mejora de acceso a la tierra y al crédito a los jóvenes, formación para reforzar las capacidades, flexibilización y optimización de las ayudas públicas específicas, el impulso de la digitalización, fomentar el prestigio social de la profesión agraria y otras actuaciones transversales que hagan más atractivo el ejercicio de la actividad y la vida en las zonas rurales.
En otro orden de cosas, cabe destacar la proliferación de las estimaciones de producción, todas ellas con cierto grado de condicionalidad por la organización que la confecciona.
Lo que sí parece incuestionable, es que la vendimia de 2025 en España será superior a los 35’58 millones de hectolitros del año pasado. A los 39’126 Mhl de lo que sería la cosecha media de los últimos cinco años, marcados por la sequía; e incluso a los 40’66 de los últimos diez ejercicios. Volúmenes que podríamos definir como “normales”, aunque estén muy alejados de los 50’355 producidos en la campaña 2018/19.
Las lluvias de esta primavera, más abundantes de lo habitual, han favorecido una buena brotación y un desarrollo vegetativo óptimo del viñedo. Pero, ese exceso de humedad, unido a temperaturas suaves, ha propiciado la aparición del mildiu y el oídio, que están provocando daños en numerosos viñedos. Tampoco las temperaturas extremas, especialmente las nocturnas, son una buena noticia para obtener una buena producción.