Problemas en el consumo dejan en anecdótica la estimación de cosecha

Sin la más mínima seguridad exigible al comercio internacional y todas las reglas que, hasta ahora, lo han regulado, la primera fase de la batalla arancelaria abierta con Estados Unidos parece haberse cerrado. Aunque la sensación más generalizada sea de haberlo hecho en falso y sobre la siempre peligrosa amenaza de un presidente Trump dispuesto a alterar los acuerdos según sus conveniencias de cada momento.

Lo que desde la Unión Europea se ve como una oportunidad de acabar consiguiendo, en futuras conversaciones, que el vino y las bebidas espirituosas europeas queden fuera del arancel máximo del 15% impuesto por parte de Estados Unidos.

Las reacciones sectoriales, como es de imaginar, han sido de decepción, ya que se confiaba, en que las declaraciones públicas de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, sobre posibles acuerdos arancelarios de “cero por cero” para ciertos productos agrícolas excluyesen finalmente a las bebidas espirituosas y al vino. Cosa que no ha sucedido.

Calificándose las negociaciones de “fracaso” por parte de la asociación Espirituosos España y lamentándolo por parte de la Organización Interprofesional del Vino de España, que ha pedido a las autoridades comunitarias y al Gobierno de España que “prioricen” la defensa del vino español.

Tampoco se han mostrado muy satisfechas las denominaciones de origen, que, a través de la Conferencia Española de Consejos Reguladores Vitivinícolas (CECRV) ha tildado la negociación de “débil” y “poco ambiciosa” al conformarse con un “mal menor”.

Un acuerdo que tendrá efectos muy desiguales entre nuestras bodegas, cuya exposición al mercado norteamericano difiere mucho unas de otras. Ahora se abre las negociones con importadores y distribuidores americanos sobre la parte que cada uno deberá asumir y cuál repercutir sobre un consumidor que da muestras de estar atravesando momentos económicos muy delicados y que van mucho más allá del arancel que le puedan imponer a un producto de consumo limitado y prescindible como es el vino.

Lo que nos lleva de lleno al tema más importante al que el sector se enfrenta en estos momentos y que no es otro que el de las vendimias y los precios a los que van a cerrarse los contratos con los viticultores.

Las previsiones de cosecha podríamos decir que, con las naturales diferencias según su fuente y las muchas salvedades a hacer relacionadas con el tiempo que todavía resta hasta que se descarguen los racimos en las tolvas; son claramente superiores a las de las pasadas campañas, caracterizadas por producciones históricamente bajas y cotizaciones sostenidas que no conseguían remontar.

La generalización de este problema a la práctica totalidad de los países productores hace que la preocupación roce la alarma. Con fundadas razones para pensar en cotizaciones de la uva y mosto contenidas y operaciones limitadas a producciones muy concretas de características especiales. Dejando en anecdóticas las variaciones de una cosecha que se muestra muy dispar entre aquellas zonas afectadas por el mildiu y aquellas que han conseguido contenerlo.

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