Un sector de sorpresas

No es que el dato sea para lanzar cohetes, pero teniendo en cuenta lo que está cayendo, la evolución del consumo, con la subida de precios, sin olvidarnos del ambiente de pesimismo que reina en el sector, brinda algo de alegría. Mantener el consumo de vino en España en la franja comprendida entre los nueve millones novecientos mil y los nueve millones setecientos mil hectolitros podría considerarse un éxito.

Volumen insuficiente, sin ninguna duda, para un país tradicionalmente productor y el primero del mundo en superficie de cultivo, pero alentador si pensamos que llevamos situados en esos registros del consumo desde hace más de un año. Incluso mostrando una tímida tendencia alcista desde agosto del 22, cuando la economía se enfrentó a la inflación, con el Índice de Precios al Consumo (IPC) alcanzando el 10,2% interanual y a la desaceleración del consumo de bienes debido a problemas en las cadenas de suministro globales; la invasión rusa de Ucrania y la variante Ómicron del COVID-19 que también impactaron en la economía en el primer trimestre.

Momento este de hace un año, que coincide con un cambio de tendencia en el tipo de vino consumido, con una clara recuperación de los tintos y rosados y una cierta flojedad en los blancos. Circunstancia que, si bien no se ve reflejada en las terrazas que siguen dominadas por los blancos, algunos incluso acompañados con hielo, lo que se conoce como el “Blanco París”. Ni en las cotizaciones de los vinos, que sólo en estas últimas semanas, los tintos parecen haber emprendido una senda alcista que no han sido capaces de seguir los blancos. Los datos del último Infovi así lo vienen reflejando.

Las estadísticas de evolución con tintos aumentado su consumo un 5,1% frente un descenso en blancos del 5,2%. O unas existencias de blancos que aumentan un 14,9% frente un descenso del 12,9% de los tintos, lo constatan.

A pesar de todo, la idea más generalizada sigue siendo la de un giro en el consumo hacia los vinos espumosos y blancos en detrimento de los tintos.

Otro dato que refleja bien la situación, en este caso de la viticultura, son las indemnizaciones a las que Agroseguro ha tenido que hacer frente hasta el 2 de octubre, y que ascienden a 60,8 millones de euros. Abonados en la campaña actual de uva de vino y que, según sus cálculos, representa casi el 90% de la estimación final de unos daños, que se situarán en cerca de 70 millones de euros durante 2025.

Los daños en el viñedo de Castilla-La Mancha concentraban un 42,4% de las indemnizaciones de la línea de uva de vino, con 25,8 millones de euros, seguido de La Rioja, con 12,9 millones (21,2%), Castilla y León, con 6,6 millones (10,9%), Comunidad Valenciana, con 4 millones (6,6%), Aragón, con 3,6 millones (5,9%), además de País Vasco (2,1 millones), Navarra (1,7 millones), Extremadura (1,3 millones) y otras CC.AA. (2,8 millones).

Una campaña accidentada, como así se refleja también las estimaciones de producción; que ha ocasionado una cosecha que se reitera históricamente baja y ha acabado sorprendiendo a todos por sus importantes diferencias con respecto a las estimaciones que se manejaban días antes de cortarse los primeros racimos.

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