¿Subprime en el sector?

Después de leer que Morgan Stanley Australia en su estudio, confeccionado al parecer para la empresa Treasury Wine Estates, ha llegado a la conclusión de que la producción de vino mundial va a resultar insuficiente para cubrir las necesidades de consumo en los próximos años, no sé si tirar el lápiz al aire y dar brincos de alegría, o cogerlo con fuerza y hacer ímprobos esfuerzos por no clavárselo a los autores del informe por haberse atrevido con tal aseveración.

Parece bastante lógico pensar que una entidad financiera que desarrolla su actividad como banco de inversiones, cuenta con una información privilegiada y unos analistas que saben manejar la información de forma correcta. Pero también cabía pensar lo mismo cuando las ‘subprime(hipotecas basura) y no les voy a contar a lo que nos han llevado.

No hay duda de que la industria vinícola está a años luz del mercado inmobiliario y financiero, pero no deja de llamar la atención el interés que las entidades de inversión (no solo Morgan Stanley) tienen en el sector, proliferando los fondos de inversión de este tipo de los bancos más reputados y solventes del mundo.

A mí me gustaría pensar que Morgan Stanley cuenta con cualificados analistas y han tratado los datos estadísticos correctamente. Que los que nos dedicamos a este sector desde hace decenios, y con mucha menos preparación; le hemos perdido la perspectiva al centrarnos demasiado en la inmediatez. O que la traslación de los países tradicionalmente consumidores y productores a nuevos destinos y grupos de población, que han sido históricamente ajenos al vino, situará las cuotas de consumo muy por encima de las actuales.

Pero para que todo esto tuviera alguna posibilidad de hacerse realidad hay dos cuestiones que, en mi opinión, resultan fundamentales. La primera de todas, que las estadísticas vitivinícolas sean fiables, cosa que sabemos que, cuando menos, merece ser cuestionada, tanto por la información divergente que ofrecen (según  la fuente de donde provengan), como por la actualidad de las mismas. Y segunda, hay que tener en cuenta que estos planteamientos se realizan bajo la premisa de que parámetros de producción permanecen estables y solo varían los de consumo.

Y en este sentido España, que nos pilla bien cerca para entenderlo mejor, podría ser un magnífico ejemplo. Sin todavía datos de producción oficiales, a ninguno de los niveles; se hace bastante fácil pensar que la cosecha estará en el entorno de los cincuenta millones de hectolitros, lo que supondrá casi un cuarenta por ciento sobre la producción publicada por el Magrama y un cuarenta y seis sobre los datos del FEGA. Dejando a un lado discrepancias que, ya sabemos, se deben a cuestiones metodológicas de la Unión Europea en la elaboración de las declaraciones de producción; deberíamos preguntarnos cuál es nuestro potencial de producción y si en los próximos años vamos a estar más cerca de los treinta y muchos en los que hemos estado los últimos años o, como hay quien opina, de los cuarenta y muchos, como consecuencia de las 274.631 hectáreas reestructuras entre 2001-2012 y de las que 71.397 corresponden al periodo 2009-2012 cuya entrada en producción todavía está pendiente.

Diez millones de hectolitros es posible que para un analista de inversiones no sean muchos, aunque ello suponga un cuatro por ciento de la producción mundial y estemos refiriéndonos a un solo país. O que en el conjunto de la Unión Europea su superficie vitícola haya disminuido doscientas setenta mil hectáreas en estos últimos trece años y en cambio su producción solo se haya mermado en treinta millones de hectolitros. Pero esto, unido al factor variable que supone la climatología en la agricultura, me hace cuestionar lo que se conoce de este informe y preguntarme si desde el sector no es posible contar con una información de este tipo.

Nada es lo que parece

Los últimos indicadores económicos publicados coinciden en señalar, de forma unánime, que la economía española ha comenzado a recuperarse. De momento, de una forma tan débil que no es aconsejable lanzar las campanas al vuelo, sobre todo porque nos puede volver a pasar lo del 2010; que cuando nos las veíamos muy felices, volvimos a caer en la recesión, y de forma más acusada.

No obstante, los expertos son coincidentes en apuntar que las circunstancias de un momento y otro son muy diferentes y que esta vez sí parecen existir claros síntomas de recuperación. Es más, incluso los hay que se atreven con el consumo interno, último eslabón de la cadena de la recuperación que nos debiera llevar a la reducción del desempleo; viendo, ya en este trimestre, datos alentadores en este sentido.

Desde el sector vitivinícola se vio la cosecha 2012/13 como una gran oportunidad de equilibrar las disponibilidades. Unas existencias iniciales notablemente inferiores a las de años anteriores, 28,48 Mhl frente los 32,96 de la anterior o los 35,12 de la 10/11, y una cosecha que mantenía la tendencia decreciente iniciada en la campaña 2006/07 y que apenas alcanzaba los 35,78 Mhl de vino y mosto. Se reducían las disponibilidades en más de cuatro millones sobre la inmediata anterior y en ocho y medio sobre la 10/11.

Pues, aún con todo y con eso, el paso de los días desde que se iniciara la campaña no ha dejado de ir dándonos sorpresas. Las existencias iniciales de esta campaña, no solo no han sido inferiores, tal y como era previsible dado el bajo volumen con la que la iniciamos y lo reducido de la producción, sino que han aumentado en casi un millón de hectolitros. La cosecha que se pensaba estaría sobre los cuarenta y cinco millones, superará los cincuenta muy probablemente. Y los precios, aunque casi a la mitad de los de hace un año, aguantan como pueden.

Una gran oportunidad

Ciento setenta y un millones de hectolitros de elaboración vitivinícola en la Unión Europea, veinte más que el año pasado, pueden ser muchos a la hora de tener que darles salida. O al menos así lo piensa la producción que, asustada ante el enorme “cosechón” al que se enfrenta ya comienza a reclamar una destilación de crisis que permitiera aliviar un poco este abrupto incremento de cosecha.

Según los datos del último Comité Consultivo Vino del 14 de octubre, España es, con diferencia, el país que más verá modificada su cosecha con respecto a la del pasado año, ya que Francia apenas la verá crecer un siete por ciento (menos de tres millones de hectolitros) e Italia un dos (un millón). Eso siempre comparando los datos de la misma fuente ya que si tomamos la información de las declaraciones de producción las diferencias pueden ser mucho más abruptas; pero ese es otro tema del que no nos vamos a ocupar en estos momentos.

Ahora mismo lo que más nos debe preocupar es si España tiene capacidad para colocar una cosecha que es histórica, que pone de manifiesto todo lo que el potencial de nuestro sector tiene, y la acuciante necesidad a la que deberá hacer frente en los próximos meses de encontrar en el exterior el consumo que no tiene dentro.

Al fin y al cabo, tampoco estamos hablando de cifras nunca vistas, en la Unión Europea los ciento setenta millones eran habituales hasta el 2010/11, incluso se llegaron a superar los doscientos en el 2004/05. Y ahora contamos con mercados más predispuestos a nuestros vinos de los que teníamos entonces. En los últimos años hemos hecho grandes esfuerzos en mejorar nuestra exportación, con resultados espectaculares y, con un poco de esfuerzo y precios razonables, estoy seguro de que recuperaremos la senda del 2011.

La exportación, más importante que nunca

Ya comprendo que tal y como está el mercado, con cotizaciones a la baja y las bodegas colapsadas, ante una vendimia que ha desbordado las previsiones más optimistas en Castilla-La Mancha, especialmente en la provincia de Ciudad Real; hablar de acuerdos entre las comunidades autónomas y el Ministerio de Agricultura para mejorar la recogida de la información de las explotaciones agrarias, establecimientos, empresas industriales y mercados agrarios para la elaboración de las estadísticas agrarias, no sea lo que más les pueda interesar en estos momentos. Pero teniendo en cuenta que encontrarán amplia información de vendimia en las secciones dedicadas al efecto, merece la pena destacar el esfuerzo realizado por este organismo del Gobierno, al que tantas veces hemos criticado por su falta de información, y que parece haber tomado conciencia de la importancia que este tipo de datos tiene para el sector.

Es evidente que nos enfrentamos a una campaña difícil, muy voluminosa y con grandes diferencias entre las calidades de unas y otras partidas. Donde se han elaborado muchos productos “derivados” de las uvas de vinificación (mostos, alcoholes y vinagres) diferentes al vino, que deberán ayudarnos a mantener los precios en unos niveles de rentabilidad económica, pero que tirarán a la baja de sus cotizaciones mientras no pongamos un poco de orden en este maremágnum en el que nos estamos moviendo actualmente, con muchos rumores, algunas valoraciones, y pocos datos concretos.

No hay ninguna duda de que la evolución que tenga el mercado en los próximos meses dependerá, en gran medida, de lo que suceda con nuestras exportaciones, y que, además de las compras realizadas por franceses o italianos, habrá que encontrar nuevos destinos o recuperar algunos de los perdidos este año como consecuencia de una elevación “desproporcionada” (en mi opinión) de los precios.

Puede ser una gran campaña

Hace ya tanto tiempo, y es tan diferente la situación actual, que ya no nos acordamos de cuando las bodegas y cooperativas españolas invertían enormes cantidades de dinero en la modernización de sus instalaciones. Hemos olvidado las frecuentes críticas que se daban en el sector sobre la conveniencia de algunas inversiones, que resultaban claramente sobredimensionadas para una cosecha que, ya se apuntaba, debía tomar el camino de la reducción y el ajuste a unas necesidades que estaban muy por debajo de las producciones.

Considerando lo que está sucediendo en Castilla-La Mancha, con bodegas que se están viendo obligadas a cerrar sus puertas con el fin de impedir que sus socios o clientes les vuelquen unas uvas para las que no tienen prensa o depósito donde fermentarlas; podría parecer que o no estaban tan sobredimensionadas esas instalaciones, o nos enfrentamos a una cosecha histórica que va a hacer saltar por los aires las previsiones más optimistas que la cifraban en cuarenta y cuatro millones de hectolitros.

Hay una gran cosecha, pero nada a lo que no nos hayamos enfrentado antes. Y aunque es previsible que las diferencias entre las cotizaciones de unas partidas y otras vayan a marcan esta campaña, tenemos suficientes alternativas como para poder darle salida a todo. Los precios presentan horquillas ajustadas y es previsible que aquellas partidas que fueron importadas por la Unión Europea el pasado año ante la falta de producción propia no vayan a repetirse. No resultará fácil recuperar todo el volumen de exportación que las circunstancias tan especiales de la pasada campaña (y de las que tanto tendremos que aprender, especialmente si no queremos volver a caer en los mismos errores) nos hicieron perder. Sabemos que nos enfrentamos a un mercado muy maduro en el que cualquier hueco que dejes es ocupado inmediatamente con la pretensión de perdurar en el tiempo. Pero tenemos unos productos vitivinícolas que son altamente competitivos, los más competitivos del mundo, me atrevería a decir.

Dando la cara

Muy posiblemente, hablar de luz al final del túnel pueda resultar un tanto exagerado, también para el sector vitivinícola. Pero el hecho de que el precio de la hectárea de viñedo haya atenuado su caída hasta situarse en 13.541 euros, un 0,9% menos que el año 2011, según los datos facilitados por el Ministerio de Agricultura en su Encuesta sobre Precios de la Tierra, puede ser un buen indicio de que la perspectiva de futuro que existe sobre el sector mejora.

Pero para que todo esto sea una realidad y, cuando vean la luz los precios de la tierra de este año 2013, las estadísticas de exportación del cuarto trimestre, los precios de los vinos de esta campaña…, podamos seguir hablando de recuperación económica y un futuro luminoso que nos permita afrontar el futuro con un optimismo fundado; se hace necesario que la Administración facilite la labor a nuestras empresas bodegueras. Y que lo haga con gestiones como las que han cristalizado en China y algunas otras de las que confío tengamos ocasión de conocer en un corto periodo de tiempo; pero también poniendo en sus manos esa información estadística fiable y actualizada tan necesaria.

En esta misma página de la pasada edición volvía a denunciar la falta de rigor que parecía existir entre las diferentes fuentes del Ministerio de Agricultura y la demora con la que eran publicadas las estadísticas. Pues bien, hoy y después de una larga conversación con la responsable de Estadísticas de ese Ministerio, Paloma Seoane, puedo decirles que confío en que el trabajo que están haciendo por solucionar estos problemas, y que podrán encontrar explicados en el interior de esta edición de una forma más explícita, dé sus frutos muy pronto, y podamos disponer de esa información rigurosa y uniforme que es esencial.

Ahora ya solo me queda que aquellos que se han hecho eco de mi denuncia, lo hagan también de la buena voluntad demostrada por sus responsables estadísticos.

Consolidar lo ya alcanzado

Conocidos los datos del último ejercicio Feaga 2013 (que comprende del 16 de octubre del pasado año, al 15 de octubre de este 2013), la reconversión y reestructuración de viñedo será la medida del Plan Nacional de Apoyo que mayores fondos emplee, En total, 156 millones de euros, un cuarenta y cuatro por ciento del presupuesto total. Solo seguida por el Pago Único que, cumpliendo con lo presupuestado inicialmente, recibe el cuarenta por ciento, 142,75 M€.

Es de destacar que la posibilidad de asignar a la reestructuración y reconversión del viñedo casi el doble (74 M€ más) de lo inicialmente fijado ha sido posible gracias a que en la medida de inversiones no se ha utilizado ni un solo euro, y en la de destilación de subproductos, tan solo 7,8 de los 31,8 M€ presupuestados.

Hay que valorar la acogida y el cumplimiento de los planes de promoción en mercados de terceros países, donde se ha utilizado un quince por ciento (6 M€) más de fondos de los inicialmente asignados. Ya que la buena recepción de esta medida por parte de las bodegas es lo que está permitiendo abrir nuevos mercados y mejorar la calidad de nuestras exportaciones, con el consiguiente aumento del valor añadido y fidelización que ello lleva implícito. Y lo que es todavía más importante, confiar en que en esta campaña, donde los excedentes amenazan con volver a adquirir un importante protagonismo ante las buenas cosechas de todos los países comunitarios, los vinos españoles puedan mantener una parte importante de ese precio que han ganado en esta última campaña.

Qué duda cabe que es importante que el vino salga de nuestro país con una clara identificación, como la que le proporciona el hecho de hacerlo envasado, frente al anonimato que suponen los graneles. Pero también hay que pensar que el mantenimiento de este tipo de mercado puede ser una primera fase ineludible para buena parte de esas bodegas españolas que, apostando decididamente por el valor de la marca, deben luchar por hacerse un hueco en un mercado saturado y altamente competitivo.

Los últimos datos de exportación conocidos y que hacen referencia al mes de julio señalan que hemos pasado de un precio medio por litro en vinos de 1,07 euros en el interanual agosto 2011-julio 2012, a 1,40 euros/litro en el interanual de julio de este año. Pero, para ello, nos hemos tenido que dejar nada menos que un treinta por ciento del volumen comercializado a granel; mientras que los envasados apenas han descendido un tres por ciento. Queda marcada una clara senda de por dónde deben ir los esfuerzos de nuestras bodegas y cuáles pueden ser sus objetivos.

¡Qué harán los otros!

Decir que el Magrama no facilita información relevante para el sector vitivinícola, pudiera resultar un tanto exagerado. Claro que no más que el hecho de que haya sido distinguido con el premio a la transparencia informativa 2013 de ‘El Nuevo Lunes’, como el Ministerio que mejor comunica. ¡¿Qué harán los otros?!

Es verdad, y eso hay que reconocérselo, que el servicio de prensa ha mejorado mucho. Que sus notas de prensa son frecuentes y útiles. Nada que objetar a este aspecto de la comunicación. El problema viene cuando nos referimos a aquella parte de la información que hace referencia a las estadísticas, datos básicos con los que el sector debe organizar y planificar sus estrategias comerciales y que siguen siendo tan “mejorables” como hace unos años.

En mi opinión, que a 18 de septiembre sigamos sin disponer de una estimación de la cosecha 2013, dice poco de su Gabinete Técnico. Que las previsiones disten mucho de los datos oficiales emanados de las declaraciones de producción, tampoco es que vaya en su beneficio. Que muchas de estas informaciones hayan dejado de ser publicadas por recortes presupuestarios, y se haya derivado su tratamiento hacia empresas de ámbito empresarial que las facilitan previo pago, nos debería hacer cuestionarnos el papel de un organismo público y su obligación de facilitar el desarrollo de sus empresas y el bienestar de sus ciudadanos.

Y perdón, porque es un tema ya muy manido. Pero es que las cooperativas españolas ya han hecho pública una primera estimación de cosecha, la mayoría de organizaciones sindicales también, y que les voy a decir de los medios de comunicación dedicados al sector (especialmente éste), incluso aquellos generalistas que también lo han hecho. Hasta algunas consejerías de Agricultura se han atrevido a hacerlo. En cambio el Ministerio que debe velar porque la actividad del sector vitivinícola se desarrolle correctamente y resulte competitiva en los mercados nacionales e internacionales permanece mudo.

No entiendo que un sector de la importancia del sector agroalimentario en el mercado exterior disponga de tan pocas herramientas con las que poder tomar las decisiones empresariales que considere más convenientes para sus intereses, que son los intereses de la colectividad.

Las olimpiadas, un hecho a reflexionar

Cuando todavía resuenan los ecos de nuestra apresurada eliminación en primera votación en la elección de la sede para los Juegos Olímpicos 2020, se hace necesario reflexionar sobre tres cuestiones, a mí entender básicas, sobre el papel de España como marca colectiva: imagen que tenemos en el exterior y la que nosotros creemos tener, conocimiento de idiomas y peso de nuestro país en el panorama mundial.

Y no es porque a mí me importe mucho que Madrid organizase las Olimpiadas del 2020, que eso carece completamente de importancia, sino porque siguiendo la evolución de lo sucedido estos días, me parecía estar viendo a nuestras bodegas cuando salen a vender sus vinos al exterior.

En alguna ocasión hay a quien han puesto a “caer de un burro” por decir que en el exterior la imagen que tienen nuestros vinos es de “peleones y barateros”. Seguramente con razón, ya que ni los precios, pero seguro que la calidad, no lo justifica. Pero es verdad, por más que nos pese, que no somos el paradigma del valor añadido en vinos, como así lo demuestra el desglose de nuestras exportaciones, donde prácticamente la mitad se comercializa en envases de capacidad superior a dos litros (graneles), en la que se concentra el volumen que hemos perdido en el interanual julio’12-junio’13, como consecuencia de la elevación de los precios.

Y en cuanto al peso de nuestro país, ¡qué vamos decir! Si nos tienen que invitar a participar en las reuniones de las 20 economías más grandes del mundo, o somos el que mayor tasa de paro sufre, o el mayor nido de profesionales que deben salir fuera a buscar trabajo. Eso por no hablar de la imagen de nuestra clase política.

Se hace necesaria una reflexión profunda y serena de lo que ha sucedido, porque en Buenos Aires a España la dejaron fuera de algo más que de la organización de unas Olimpiadas.