¿Dónde está Wally?

A estas alturas ya quedan pocos que no sean conscientes del cambio que está experimentando nuestro sector, y los grandes esfuerzos que están haciendo todas las partes implicadas por adaptarse a unas condiciones de unos mercados cada vez más exigentes y abiertos. Lo sucedido con las vendimias en este último año, y las grandes dificultades que tuvieron que afrontar cooperativas que antaño fueron criticadas por la sobredimensión de sus instalaciones, justifican en sí mismo esa preocupación que invade a un sector que cada día es más consciente de enfrentarse a un grave problema estructural.

Es posible que lo sucedido con esta cosecha no solo sea consecuencia de la reestructuración, la climatología y el mayor número de vendimiadoras; pero lo que es seguro es que ese cambio se ha producido y el sector debe enfrentarse a sus consecuencias.

Hay que vender más y mejor. Mantener los precios que hemos alcanzado en este último año y transformar diez millones de hectolitros de vino exportado a granel en vino envasado con mayor valor añadido. Incluso los hay que yendo un poco contra corriente ya comienzan a plantearse que “a lo mejor” ha llegado el momento de volver a prestarle algo de atención al mercado interior, e intentar recuperar un poco de su consumo.

¿Pero cómo? Porque la teoría está muy bien, pero por sí mismo no va a suceder. Hay que hacer cosas concretas. ¿De forma individual? ¡Pues hombre!, es posible y habrá a quien le dé resultados, pero parece más lógico pensar que la unión en el objetivo, la definición de acciones y su ejecución lo haría más fácil. Pero para ello es necesario, primero tener la voluntad de hacerlo, y luego encontrar la persona, y posteriormente la institución, que lo lleve a cabo.

Reivindicando nuestro papel

Pasar de 38,86 millones de hectolitros publicados como estimación de cosecha del Magrama en junio a 50,58 en noviembre no parece que sea un dato que pueda deberse a una mejora en las condiciones climáticas y sus repercusiones en la producción. Más bien hace pensar que, o el Ministerio no cuenta con recursos suficientes como para publicar una información coherente y adecuada a la realidad de la producción, o que, dejados llevar por un exceso de recelo en sus estimaciones, optan por dejar que sea el propio sector el que averigüe cuál puede ser la cosecha y sea él el que acarree con las consecuencia que su estimación pudiera tener en los precios, primero de las uvas y posteriormente de los mostos y vinos.

Pero tranquilos porque no parece importarle mucho al sector, ya que sí saben criticar y poner en duda la independencia de los medios a la hora de publicar sus estimaciones, llegándolos a señalar como los responsables de los precios (sean unos u otros), pero permanecen callados ante la falta de información de un Ministerio que pagamos todos, y unas estimaciones que están a años luz de las que a nivel empresarial se barajan.

Claro que cabe la posibilidad también, de pensar que este trabajo de publicar información estadística con el que permitir a las empresas del sector tomar las decisiones necesarias en la planificación de su campaña, hayan decidido externalizarla hacia empresas ajenas a la administración pública. El problema es que estas empresas ya no cuentan con las subvenciones de antaño y que para subsistir deben cobrarla, aunque cuando sí las recibían, también cobraran la información.

Pero quedémonos con lo bueno. Ya tenemos una cifra oficial más cercana a lo que puede haber sido la cosecha de 2013, los precios medios en exportación aguantan, el mercado sostiene sus cotizaciones y el consumo parece haber tocado fondo. Aunque, por encima de todo esto, resaltemos que nuestro sector dispone de suficiente información para poder trabajar al margen de Ministerios y organismos oficiales.

Por un trozo de la tarta

Más lentamente de lo que sería deseable, pero con una gran celeridad visto el punto del que partíamos y dónde nos encontramos, las bodegas españolas han asumido que la única forma de vender más es a base de salir al mercado y dar a conocer sus productos.

Y aunque sabemos que la explosión de resultados obtenidos en estos últimos años, en los que nos hemos convertido en el segundo país exportador, no podrá mantenerse al ir madurando los mercados y siendo cada día más las bodegas que compiten por hacerse con ese hueco que deja otra; la apuesta de las bodegas españolas por el mercado exterior es firme y tiene grandes visos de continuidad. Al menos a tenor de los planes de promoción en terceros países presentados y la decisión mostrada por aprovechar las campañas de información en el seno de la Unión Europea.

Muchas denominaciones de origen, algunas ellas con forma jurídica de interprofesión, pero muchas otras anteponiendo la necesidad a la formalización jurídica, han ido encontrando la forma de optimizar la utilización de fondos con el objetivo de acudir a los mercados de manera conjunta.

Aún con todo y con ello, se me antoja insuficiente visto cómo actúan aquellos países que son nuestra competencia directa, como Francia e Italia. O la de aquellos otros que aspiran a convertirse en alternativa como pudiera ser el caso de Argentina.

Está claro que cada vez es mayor el comercio mundial de vino, que los mercados son más globalizados y ya no se consume solo lo que se produce en casa. Eso es una gran amenaza porque supone que cada vez son más los que luchan por hacerse con un pequeño trozo del mercado. Pero también supone una excelente oportunidad para España, cuyos precios son tomados como referencia por nuestros competidores. Gozamos de una excelente reputación de calidad en nuestros vinos y estamos consiguiendo aguantar ese espectacular incremento en el precio que nos ha permitido pasar del poco más de un euro litro a los actuales uno con cuarenta y dos céntimos de noviembre.

Un ejemplo en Argentina

Con la publicación de la Resolución C49 de fecha 23 de diciembre de 2013, se convierte en mención obligatoria en el etiquetado de todos los productos vínicos definidos por el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) argentino, y para todas las capacidades, y tipos de envases; el isologo, leyenda o código QR, “Vino Argentino Bebida Nacional”. Entre tanto, en España seguimos abordando los mercados nacionales con imágenes regionales, protagonizadas por las Comunidades Autónomas o Indicaciones Geográficas Protegidas que escasamente son conocidas por los consumidores. Coincidiendo en exposiciones internacionales con aquellas que participan agrupadas bajo el pabellón nacional de Vinos de España.

A pesar de ello, el mercado exterior sigue siendo nuestra “tabla de salvación” y la única forma que tienen nuestras bodegas de darle salida a una producción que llega a quintuplicar el volumen que demandamos en el mercado interior y que se sitúa por debajo de los diez millones de hectolitros, cifrando el consumo per cápita en los veinte litros.

Otro claro ejemplo de esta unidad de mercado que nos caracteriza y esa visión a largo plazo para atraer a los consumidores hacia los vinos españoles, la podríamos encontrar en la Conferencia Sectorial de Agricultura, en cuya última reunión, celebrada el pasado lunes, se procedió a la “distribución” autonómica de los 128,5 millones de euros de fondos que procedentes de la Unión Europea que llegarán a España durante el 2014 para la reestructuración y reconversión del viñedo dentro del Programa de Apoyo Nacional.

Medida que junto a la otra gran decisión adoptada, la asignación de 5.510 derechos de plantación (hectáreas) procedentes de la reserva nacional y a solicitud de las Comunidades Autónomas, sin duda ayudará a nuestro sector a ser más competitivo.

El problema de todo esto está en que producir más está muy bien, es más, es necesario si queremos ser competitivos; pero lo que aumentamos en producción luego hay que venderlo de más. Y visto cómo evoluciona el consumo interno, solo la entrada en nuevos países y la consolidación de los mercados ya existentes, parecen ser capaces de solucionarnos el problema de excedentes que estamos generando.

La sangría, española

Aunque un tanto en desuso, no hay duda de que la sangría forma parte de nuestra forma de vida, de nuestras costumbres y de que se trata de un producto típicamente español. El reconocimiento por parte del Parlamento Europeo limitando el uso del término “sangría” a la bebida elaborada en España y Portugal así lo reconoce y obligará al resto de productores europeos a envasar esta bebida bajo el epígrafe “bebida aromatizada a base de vino”.

Para poder valorar en su justa medida la importancia de este reconocimiento, convendría recordar que en el panel de consumo elaborado por el Magrama la de las bebidas elaboradas con vino es la única categoría que presenta un crecimiento constante desde que en el año 2008 comenzaron a publicarse sus datos de manera independiente.

Tampoco convendría olvidar que es una excelente puerta de entrada al consumo de vino, ya que su carácter afrutado y de baja graduación permite acercarse de una forma mucho más desenfadada al mundo del vino, sin aquellos complejos que parecen pesar en muchos consumidores a la hora de elegir un vino y que parecen obligarle a “entender”.

Y para aquellos que consideren que es una bebida que incita al alcoholismo entre los jóvenes, baste con decirles que estos consumen igual esta bebida, con indicación o no, y que, en la mayoría aplastante de los casos, optan por bebidas de mucha mayor graduación alcohólica.

Pero si importante resulta ofrecer al consumidor los productos convenientemente identificados y etiquetados, no lo es menos preservar el medioambiente y dejarles una herencia a nuestros hijos mejor de la que hemos recibido de nuestros padres. Especialmente sensibilizadas, las bodegas españolas han puesto en marcha una iniciativa que persigue reducir el consumo de agua, uso de fertilizantes y pesticidas, reducir y reutilizar los residuos generados, minimizar el consumo de energía, así como la integración de energías renovables; con el fin de mejorar la eficiencia y sostenibilidad de sus procesos productivos.

Aquellas bodegas que cumplan con los requisitos de sostenibilidad establecidos en el proyecto europeo ECO-Prowine, que así se llama, podrán acceder a la utilización de la etiqueta de sostenibilidad.

Más promoción, pero con el mismo dinero

Llega un nuevo año y con él esperanzas renovadas en la recuperación económica y las repercusiones que sobre el consumo interno de vino pudiera tener. Son muchos los expertos que auguran un 2014 lleno de éxitos económicos, incluso algunos llegan a atreverse a señalarlo como el del final de la crisis. Yo no voy a ser tan osado (me gustaría, pero luego me critican), pero sí estoy seguro de que va ser un buen año para el sector.

Los precios en origen podrían ser la cruz de la moneda, pero hasta ahora se están manteniendo en niveles aceptables. Lejos, muy lejos de los del pasado año, pero en niveles asumibles.

Y para que todo esto pueda reflejarse en las tasas de consumo interno, la Unión Europea publica cuatro reglamentos: Desarrollo Rural, Cuestiones horizontales, Pagos Directos y Organización Común de Mercado; más uno de Medidas transitorias. Encaminados a hacer un sector vitivinícola más competitivo, mediante la inclusión en los Programas Nacionales de Apoyo, por ejemplo, de la promoción y la innovación.

De este modo será posible dotar con fondos procedentes de los PAN, siempre y cuando el Estado Miembro (España tiene previsto hacerlo) lo incorpore en su Programa Nacional, aquellos planes que tengan por objeto inversiones tangibles e intangibles destinadas al desarrollo de nuevos productos, procedimientos y tecnologías relacionadas. Con ello se intenta mejorar la comercialización y competitividad de los productos vinícolas.

Problema de esto: que será necesaria la publicación del Real Decreto correspondiente que incorpore esta medida al Programa español y, lo menos bueno, que se hará a base de retraer fondos del resto de medidas, de una ficha financiera de 210,33 M€ que ya se vio disminuida como consecuencia de la salida de 142,75 M€ del Pago Único que se fueron al nuevo régimen de Pago Básico.

Eso sí habrá que ver de qué medida vamos a sacar los fondos pues la reconversión y reestructuración, que es la que mayor parte se lleva, está funcionando muy bien; la de promoción en terceros países excelentemente, y la de inversión es previsible que tras tantos años de freno por parte de las bodegas, haya llegado el momento de invertir algo en ellas.

Buenos propósitos

A las excelentes noticias económicas que están publicándose en estos días, y que anuncian una “tímida” recuperación de nuestra economía, quisiera añadir aquellas estrictamente vitivinícolas y que permiten afrontar el futuro más inmediato de nuestro sector con cierto optimismo.

Importante resulta que el año 2013 haya acabado con más de ciento cuarenta mil parados menos. Que la deuda de las familias y empresas haya descendido. Que la prima de riesgo se sitúe cercana a los doscientos puntos. Que la bolsa se haya revalorizado algo más de un veinte por ciento… Pero nada de todo eso sería suficiente si no tuviese su traslado al sector.

Perder un 12,5% del volumen en los diez primeros meses del año, o un 13,9% en cifras interanuales, podría parecer lo contrario. Pero si tenemos en cuenta que solo en el mes de octubre el volumen creció en un 18,5% o que en términos de valor en el acumulado del año hemos crecido un 7,8%, en el interanual un 7,2% y en el mensual un 11,0%; y que todo esto ha sucedido en un mes en el que las estimaciones de las cosechas europeas ya eran mucho más fiables y los operadores contaban con información suficiente como para hacer sus previsiones de abastecimiento para la campaña 2013/14; entenderán más fácilmente mi optimismo.

Si, además, tenemos en consideración que aquel precio medio de 1,14 €/litro del interanual de octubre’12 se ha elevado hasta el 1,42 €/litro en el del 2013, las cosas todavía son más esperanzadoras, ya que el temor a un desplome en las cotizaciones se hace más tenue, como así confirma el hecho de que el precio medio en octubre’13 “solo” haya caído un 6,4% y se sitúe en 1,49 €/litro.

Pero cuidado con lanzar las campanas al vuelo y pasarnos de la raya en nuestras aspiraciones, que estamos hablando del primer mes real de campaña y sabemos que las cosas pueden cambiar radicalmente en muy poco tiempo. Y no podemos olvidar que el propósito para esta campaña en este mercado estaría en el entorno de los veinticuatro millones de hectolitros.

Feliz Navidad

Nos encontramos inmersos de lleno en las fechas en las que más vino consumimos. En los hogares, porque no hay mesa que no tenga, cada uno en función de sus posibilidades, una botella para presidir la mesa y que ponga el broche final a la comida. Y en los bares y restaurantes, porque es precisamente alrededor de ella sobre la que tiene lugar el encuentro entre compañeros y amigos que se desean lo mejor para el próximo año.

Y eso está bien, porque al menos en estas fechas recordamos que somos un país productor de vino, que este alimento forma parte de nuestras tradiciones y que su consumo resulta solo en raras ocasiones desproporcionado, siendo otras bebidas las responsables de consumos inadecuados de alcohol. Esto lo sabemos este año, pero también lo conocíamos el pasado, y hace una década y hace treinta años. Tiempo todo este en el que no hemos dejado de perder consumo, hasta situarnos en tasas de países sin tradición de producción vitivinícola pero que la suplen con una cultura vitivinícola que nos supera ampliamente.

Aprovechando estos buenos deseos para el próximo año, yo pediría que fuéramos conscientes de esta situación y que entre todos pusiéramos en marcha medidas dirigidas a recuperar el consumo de vino en España.

¿Cómo? Desde luego y sin dudar ni un ápice: desde el conocimiento y la educación. Lejos de anuncios que animen al consumo descontrolado de una bebida que requiere un cierto grado de conocimiento para poder ser reconocida en todo su esplendor. Pero con sencillez y humildad en los mensajes, despojándonos de viejos tapujos sobre cuestiones técnicas y centrándonos en la riqueza de la que es guardián el vino.

Para eso son necesarios todos los tipos de vino, viticultores, bodegas, cooperativas, distribuidores, consumidores… pues solo aportando cada uno ese matiz que enriquece culturalmente al vino seremos capaces de vencer tópicos de edades y momentos de consumo.

Desde luego que cada uno es libre de hacer lo que considere más oportuno para su negocio, sin más límite que lo que la ley le autorice. Pero si me permiten una opinión, mal vamos si nos valemos de la confusión para atraernos al consumidor.

Hemos criticado hasta la saciedad (incluso los hay que se han atrevido a señalarlo como causa de la escasa competitividad de nuestro sector) la existencia de un marco legislativo muy rígido. Pero en cambio, es posible realizar campañas de publicidad que señalen que un vino “no contiene aditivos” o que su uva ha sido “cultivada sin la utilización de productos agroquímicos”; como si los demás sí que los utilizasen. O lo que es mucho peor, como si no hubiese estamentos, certificados y sellos de calidad que permitieran garantizar al consumidor las características de las que hace gala.

Que el común de los mortales distinga entre un vino con D.O. y otro sin ella ya es un logro; que lo haga sobre si se trata de un vino del año, o con crianza (sin saber muy bien lo que eso significa) es para nota; pero que encima utilicemos esa confusión para hacerle pensar que el vino está elaborado con “polvitos”, que se trata de un producto que apenas tiene que ver con el esfuerzo de un viticultor que se ha dejado la vida en el campo por obtener uvas de excelente calidad y características particulares, para que se las paguen a precio de ruina; o que en las bodegas, nuestros enólogos se dedican a añadirle al mosto cantidad de productos químicos con los que conseguir su calidad; será legal, pero no es de recibo.

Estamos jugando con un consumidor que tiene una cultura vitivinícola muy escasa y flirtear con estos conceptos puede ser muy peligroso para un sector que lleva muchos años encontrando su acomodo en el mercado exterior, descuidando el mercado interno e invirtiendo grandes cantidades de dinero en lugares que se encuentran a miles de kilómetros de la tierra de la que proceden sus uvas y son elaborados sus vinos.

Menos trabajo y más información

Hablar de datos concretos en este sector siempre ha resultado un tanto complicado, quizás por su propia idiosincrasia, quizás por el manejo de la información por parte de muchas administraciones, quizás por la falta de los recursos que serían necesarios. El caso es que conocer un dato puntual y concreto se hace muy complicado.

Un buen ejemplo de lo que les digo podrían ser los referidos a la cosecha 2013/14 de la que, lo más oficial que se tiene es la estimación publicada en el avance de producción de octubre, en el que la cifra en 46.648.200 hectolitros. Cantidad que se aleja bastante de los cerca de cincuenta que manejaba el sector por aquellas fechas y que tenían su justificación en las estimaciones realizadas por los operadores en base a las entregas a la destilación de subproductos.

Otra de las grandes cifras que tampoco parecen estar muy claras, son las relativas al consumo interno, o humano, como es denominado en el balance provisional que confecciona la Subdirección General de Estadística del Magrama, en el que para la campaña 2012/13 (último publicado) se sitúa en 9,85 millones de hectolitros. Volumen que se alejaría bastante de los datos extrapolados del panel de consumo alimentario elaborado, también por el propio Ministerio, pero que su falta de presupuesto y metodología le hacen tener una fiabilidad bastante escasa. Aunque, ni unas cifras ni otras, dejan mucho lugar a la duda sobre la tendencia que presenta el mercado interno, claramente decreciente y que coloca el consumo per cápita en nuestro país en poco menos de veintiún litros y medio por persona y año, según el balance provisional, muy por encima de los escasos diecisiete que podrían estimarse del panel de consumo.

Las exportaciones son, sin duda, los datos más actualizados y concisos de los que dispone el sector. Muy probablemente porque Aduanas está por el medio y exige un control estricto de la mercancía, que permite su obtención. La entrada en vigor el próximo día 1 de enero del EMCS interno, en el que la Agencia Tributaria será la que recepcione, valide y numere todos los documentos electrónicos administrativos (e-DA) reducirá las cargas administrativas de las bodegas, simplificará los procedimientos y lo integrará con sistemas informáticos. Y confiemos en que también ayude a disponer de una información estadística más actualizada y fiable.

Grandes esperanzas en la campaña navideña

Superada la primera gran prueba de fuego para el consumo que supone el puente de la Constitución, los datos que manejan los expertos de cara a la campaña navideña son bastante halagüeños, ya que se mueven en tasas de crecimiento, con respecto al año anterior, de entre el cinco y el seis por ciento y la contratación de doce mil personas.

Después de un diciembre del 2012 que estuvo marcado por la pérdida de la paga navideña de los funcionarios, una prima de riesgo disparada y graves amenazas sobre la más que probable intervención de la economía española; las grandes cadenas de distribución parecen subirse al carro de los que piensan que el consumo interno ha iniciado la senda de la recuperación. Unos crecimientos que, eso sí, todos coinciden en señalar que serán moderados y lentos.

¿Hasta dónde afectará esto al consumo de vino? Pues, como podrán imaginar, no tenemos respuesta. Pero sí podemos aventurarnos en pronosticar que lo hará de manera positiva.

A esta ansiada recuperación contribuirán de manera importante las ventas realizadas por comercio online, canal cada vez más utilizado por los consumidores, que encuentran en esta forma de acceder al vino una mayor comodidad, variedad de oferta y precios más competitivos; según el estudio “Los e-shoppers europeos de vino”, elaborado por la empresa de venta por internet venteprivee.com , la compra digital de vinos está en auge, con incrementos de casi un cincuenta por ciento con respecto a la media del año.

Considerando que este estudio revela que los españoles preferimos consumir el vino en compañía, entre amigos o en familia; estas fiestas se presentan como una oportunidad única ya que para nosotros, según este mismo estudio, el momento en el que se consume más vino por los españoles es durante las comidas.