Comentario de vendimias

Con las primeras tablillas de precios de las uvas colgadas en Extremadura y Ciudad Real, estamos en disposición de decir que la prudencia es la tónica dominante en un mercado en el que, ni los compradores, por temor a que las cosas se les vayan de las manos, ni los viticultores, ante la posibilidad de que una mayor ambición de los elaboradores les lleve a compensar excesos pasados, están dispuestos a romper fácilmente.

Los constantes incrementos que situaron las cotizaciones de las uvas en unos niveles cuyos vinos no fueron capaces de defender a lo largo de la campaña, han propiciado que las bodegas, especialmente las grandes, sean muy prudentes a la hora de determinar dónde está el límite de un precio que debe hacer rentable el cultivo del viñedo, al tiempo que competitivos en los mercados internacionales sus elaborados.

Pero tampoco los viticultores desean esta situación de inestabilidad, ya que han tenido la oportunidad de comprobar, una vez más, que estos profundos dientes de sierra en los precios de las uvas lo único que les ocasionan es una gran incertidumbre y la seguridad de que, en algún momento, las tornas se volverán contra ellos.

Es difícil saber cuál es ese punto de equilibrio, pues aunque las quinientas pesetas por hectogrado (3 euros) es una cotización que, más o menos, todos coinciden en señalar que es un precio aceptable, que permite ser competitivo y pagar la uva por encima de las tres pesetas (0,018 euros) por kilogrado; las cotizaciones a las que llegaron el pasado año siguen pesando mucho en algunos, que no se muestran favorables a renunciar tan fácilmente. Especialmente aquellos que vendieron al inicio de campaña y no disfrutaron de los “altos” precios posteriores. Aunque ello les permitiera que les retiraran y pagaran según lo acordado y no tener que andar renegociando varias veces como ha sucedido con las operaciones de cotizaciones más elevadas.

Las cosechas más o menos “normales” (si es que en este sector existe un significado para este adjetivo) de Francia e Italia, también están ayudando bastante a frenar pretensiones más altas por parte de los viticultores, que, conscientes de la alta competencia que va a existir este año para vender la cosecha, saben que no pueden tensar mucho la cuerda.

Y todo ello, con la mirada puesta en el cielo, pues el retraso de dos semanas que, en términos generales, presenta el viñedo con respecto a años anteriores, está poniendo de los nervios a más de uno que ve llegar tormentas de cierta intensidad, que ponen en peligro su cosecha y la buena calidad que, hasta ahora, traía el fruto.

 

Comentario de vendimias

Entre dos y tres semanas más que el pasado, ese es el período que prácticamente todas las regiones españolas han ido declarando de retraso en el inicio de las labores de vendimia; llegando a darse el caso, como en la comarca jerezana, donde, iniciados ya los trabajos, debieron pararse tres días para dejar que el fruto siguiera madurando al ritmo normal, interrumpido por una bajada brusca de las temperaturas.

Tras un año generoso en precipitaciones y temperaturas que han acompañado la maduración, permitiendo que el fruto se desarrolle ajeno a enfermedades e incidentes relevantes, excepción hecha de la marchitez fisiológica que ha afectado de forma bastante generalizada a la variedad Bobal en Utiel-Requena y Manchuela; prácticamente todo ha sido perfecto para la uva.

En este sentido sería de destacar lo publicado por Freixenet, la mayor bodega elaboradora de cava de España y que ya ha anunciado una horquilla de precios para esta campaña comprendida entre los 0,313 euros/kilo para la varietales tradicionales (Parellada, Macabeo y Xarel·lo) vendimiadas a máquina y los 0,343 para la recogida manual.

Lamentablemente no parece que esa vaya a ser la tónica en el resto de mercado. Sin ir más lejos Rías Baixas ha firmado un preacuerdo para su contrato homologado de un euro/kilo. Si tenemos en consideración lo sucedido el año pasado con una escalada incontrolada de precios al inicio de campaña que nos llevó a cotizaciones de vinos y mostos que hemos sido incapaces de mantener durante la campaña y que nos han supuesto la pérdida de un volumen importante de exportaciones, por no hablar de falta de cumplimientos en los contratos; no es un mal comienzo.

La entrada en producción de miles de hectáreas sujetas a reestructuración y reconversión en los años pasados es otra de las cuestiones a tener en cuenta, no ya tanto por tratarse de una mayor superficie de viñedo, como por los altos rendimientos que presentan y que deberán tener su traslación a una cosecha que, a nivel nacional, podría estar en el entorno de los cuarenta y tres millones de hectolitros.

De cara a la vendimia

En el mercado exterior parece claro que las cosas, a pesar de las circunstancias propias de cada campaña, nos están funcionando; pero ¿podemos decir lo mismo del mercado interior? La pérdida de consumo, el desplazamiento hacia productos más baratos y el retraimiento en el canal Horeca, ¿son solo consecuencia de la pérdida de renta disponible de los españoles? ¿O no estamos haciendo las cosas todo lo bien que deberíamos, con un potencial de producción por encima de los cuarenta y cinco millones de hectolitros?

Llegado este momento, todo lo que no sea vendimia parece carecer de interés. Especialmente después de una campaña en la que hemos perdido una cantidad importante de nuestras exportaciones como consecuencia, presuntamente, de unos precios que hacían poco competitivos a nuestros vinos. Y eso a pesar de que éramos el país del entorno comunitario con los precios más bajos. Pero, ni tan si quiera eso ha evitado que muchas de nuestras operaciones se hayan visto truncadas a favor de vinos sudafricanos o chilenos, cuya última cosecha ha aumentado un dos por ciento, o sus exportaciones en los siete primeros meses de este año lo han hecho un 33,2%, gracias a un descenso en el precio medio del 19,4%.

Hay quien piensa que el mercado, cada vez más, es único, y que la procedencia del vino es un factor insignificante en la categoría más amplia e importante del consumo, que son los vinos comunes o básicos. Y bajo ese planteamiento la vuelta a la normalidad de las cotizaciones debería ayudarnos a recuperar parte de la tarta que nos han comido esta campaña, devolviéndonos al primer puesto en competitividad, al disponer de un producto de alta calidad y precios muy competitivos.

Claro que también los hay que son de la opinión de que esa competitividad se ha ganado a costa de la rentabilidad de los viticultores.

Si conseguimos recuperar una parte, aunque no sean los cinco millones cincuenta y dos mil hectolitros perdidos en el interanual julio’12-junio’13, de la exportación, y situar los precios cincuenta céntimos de euros por hectogrado por encima de los registrados en la campaña 2011/12; la experiencia habrá sido buena y nos habrá ayudado a ir dándole valor a nuestros vinos. Si, por el contrario, lo que recuperamos es una nimia parte, o las cotizaciones rompen la barrera de los tres euros con veinte céntimos por hectogrado, entonces podemos estar ante una campaña muy complicada, de consecuencias imprevisibles, especialmente de cara a las venideras.

Represalias para una gran cosecha

Dejando a un lado cuestiones patrióticas y políticas, que no son de nuestra incumbencia, era previsible que el conflicto que mantenemos con Gibraltar acabara salpicando a nuestro sector de una forma más o menos directa; y que lo acabara haciendo en el Reino Unido, cuyas repercusiones son mucho más importantes que las que pudieran venir del peñón.

Que el restaurante y vinoteca de Londres Brinkley’s haya retirado de su portafolio el vino Marqués de Riscal (“el vino español más popular y más vendido”, asegura su propietario John Brinkley, el que anima a que los demás establecimientos sigan su ejemplo) puede que no sea más que una anécdota, menos para Marqués de Riscal, claro está. Pero era algo previsible y que nuestros políticos, imagino, habrán valorado oportunamente.

Todo esto en un momento que podríamos calificar como de transcendente para nuestro futuro, ya que las vendimias ya han arrancado y, aunque su generalización deberá esperar al menos, diez o veinte días, que son los que va retrasada con respecto al 2012, sus perspectivas de volumen y calidad no pueden ser mejores. Cuarenta y tres, cuarenta y cinco, millones de hectolitros no se puede decir que sea una mala cosecha en cantidad. Como tampoco el estado sanitario que presenta la uva, tras un año en el que las enfermedades criptogámicas apenas han tenido que ser tratadas, lo que está permitiendo contar con unas uvas en perfectas condiciones sanitarias, que auguran excelentes mostos.

Alegría que no es igualmente extensible a todo el sector cuando hablamos de “posibles” precios de las uvas. Cuestión en la que todos coinciden en señalar que deberá ir a la baja con respecto al año anterior, ante lo “incomprensible” que resulta lo sucedido, especialmente visto cómo ha evolucionado la campaña y lo que está sucediendo con las partidas no retiradas y los contratos incumplidos o renegociados. Pero en la que, a pesar de coincidir en que no es posible volver a los precios ruinosos de hace unos años, nadie acaba de concretar.

Entre vendimias y cuestionarios

Aunque todavía son pocas las provincias españolas donde los lagares han abierto sus puertas para recibir las uvas de la cosecha 2013/14, las estimaciones y valoraciones sobre lo que podrá acabar siendo la vendimia se suceden de manera precipitada.

Considerando los graves errores cometidos en las estimaciones que se realizaron en la anterior vendimia y los datos “oficiales” de las declaraciones de producción a los que finalmente nos hemos tenido que enfrentar en estos últimos meses, con consecuencias tan graves como el incumplimiento de una parte sustancial de los últimos contratos firmados; es natural que la prudencia sea extrema y nadie quiera ponerle el cascabel al gato. No obstante, sí podríamos decir que la de cuarenta y cuatro millones de hectolitros es la cifra que cuenta con mayores posibilidades sobre la que pivotar la cosecha. Volumen que nos devolvería a la situación de la campaña 2006, en la que se vendimiaron en España 43,659 Mhl y 172,252 Mhl en el total de la UE.

Respecto a los precios, las prudencias son todavía mayores y aunque podría resultar muy aventurado hablar de 2,5-2,7 pesetas por kilogrado para la Airén manchega, tomen nota de esta posibilidad porque parece ser es la que cuenta con la mejor posición de salida.

Aún a riesgo de parecer cansino, otro de los temas que es importante no perder de vista es el conflicto que tenemos abierto con China y el expediente anti-dumping y medidas anti-subvención que se ha iniciado contra los vinos europeos.

Las autoridades chinas han “elegido” aquellas bodegas que van a ser “estudiadas de una forma más concisa”: cuatro francesas y dos españolas.

¿Criterios para su elección?

En el caso francés una de las seleccionadas ha sido Castel Freres, lo que definiríamos como un “gigante” del negocio; en España, después de una revisión, Félix Solís y Cherubino Valsangiacomo; con siete y diez millones de litros exportados a China en 2012 respectivamente.

Claro está que esta elección podría deberse a la necesidad de dar curso a un trámite que deben continuar por cuestiones de apariencia, pero cuya resolución ya se ha adoptado, con el acuerdo al que llegaron semanas atrás en el tema de los aranceles a los paneles solares chinos.

Sea como sea, la cuestión es que, por parte del sector, esta elección ha sido tomada con cierta satisfacción y se considera que facilitará mucho la cancelación de un problema político que ha tomado al sector vinícola como rehén.

Confiar en nuestro futuro

Dejando a un lado el número de programas de los 1.145 que han sido presentados para el ejercicio Feaga 2014 (del 16 de octubre 2013 al 15 de octubre 2014) que se queden sin llevar a cabo, cuestión que a priori debemos considerar irrelevante, ya que es de suponer que aquella bodega que lo presenta es porque tiene el firme propósito de llevarlo a buen término, como así lo corrobora el grado de cumplimiento de los años anteriores; ciento veinte millones de euros es una inversión sobre la que deberíamos descubrirnos y valorarla en su justa medida.

Por este camino sí es posible confiar en nuestro futuro y mirar los datos de nuestras exportaciones con cierto optimismo. Es verdad que todo lo relacionado con el comercio exterior requiere de grandes inversiones que van mucho más allá de los 73,98 M€ gastados en el ejercicio Feaga 2012 o los 110,49 M€ aprobados para el 2013 y del que todavía no tenemos datos definitivos. Pero, tanto el hecho de que en los tres ejercicios se hayan cubierto sobradamente los cincuenta millones que había presupuestados para esta medida, así como el número de programas presentados, nos deben hacer considerar que el sector productor tiene una clara concienciación de la necesidad de salir fuera a vender su producción.

Otro de los aspectos que llama poderosamente la atención, además del listado de países prioritarios y cuyo detalle podrán encontrar en las páginas de SeVi, es el hecho de que para el caso de que exista disponibilidad presupuestaria podrán ser beneficiarios los organismos públicos, como consejos reguladores, organizaciones interprofesionales o asociaciones de exportadores, entre otras. O las grandes diferencias que existen entre los programas presentados por unas CC.AA. y otras. Destacando los 642.870 euros de coste medio de programa presentado por Murcia frente los 52.038 euros de Cataluña.

Amenaza vigente

Si atendemos a lo estrictamente sucedido, no tenemos ni el más mínimo argumento para decir que las autoridades chinas van a relajar el expediente abierto contra la Unión Europea por prácticas consideras por los asiáticos como dumping y por las subvenciones que recibe el sector. Aunque haya acuerdo respecto a los paneles solares. Pues, solo por seguir el hilo al conflicto, hay que recordar que se hartaron de decir en su momento que nada tenían que ver paneles con vino, utilizando la gran diferencia del valor económico como principal argumento.

En cambio, si analizamos el asunto y consideramos la realidad de los hechos y su origen, podríamos llegar a pensar que en un breve periodo de tiempo será retirado el expediente contra el vino y que todo quedará reducido a un buen susto. Una seria advertencia de lo que nos puede suceder en cualquier momento y con algún otro país. Y, no olvidemos, el montante económico, nada desdeñable, al que las bodegas han tenido que hacer frente en este poco más de mes de conflicto, debiéndose presentar como empresas colaboradoras y rellenando interminables formularios en un perfecto mandarín.

Pero más valdría así. Primero, porque, como dicen los abogados, más vale un mal acuerdo que un buen pleito. Y segundo, porque reducirá sensiblemente los costes a los que tendrán que hacer frente las bodegas, permitirá mantener un mercado que es considerado estratégico para muchas de ellas y, lo que es mucho más importante, porque permitirá seguir conservando en secreto la cadena de valor de sus elaborados y que, para entendernos mejor, sería tanto como tener que desvelar la fórmula de la Coca-Cola, ya que en ella se encuentra la clave de la competitividad de las bodegas.

¿Ha acabado aquí el problema? Parece evidente que no. Entre otras cosas porque el expediente todavía no ha sido retirado, resuelto, o cualquiera que sea la fórmula que se adopte. Pero, sobre todo, porque esa amenaza seguirá pendiente de nuestras cabezas en tanto en cuanto existan ayudas a la producción, o algunas bodegas vendan a precios tan competitivos que incluso puedan hacer pensar que son más bajos que en el mercado interior (dumping).

Y como una cosa lleva a la otra, habrá que seguir pensando en la próxima vendimia e insistiendo sobre lo que ya adelantábamos como una previsión de cosecha la pasada semana y que se ha visto corroborada por la estimación publicada por la Confederación de Cooperativas Agro-alimentarias de Castilla-La Mancha, al cifrar en 22 millones de hectolitros la cosecha más probable de 2013. Así, aplicando esa regla no escrita que dice que Castilla-La Mancha produce la mitad de la producción de toda España, nos lleva a movernos en los alrededores de los cuarenta y cinco millones de hectolitros a nivel nacional. Ahora a ver cómo reaccionan los mercados y las bandas de precio de las primeras partidas de uva.

Grandes esperanzas de futuro

Con la aprobación por el Consejo de Ministros el pasado viernes 19 de julio del Real Decreto 548/2013, sobre la aplicación de las medidas del Programa de Apoyo Nacional (PAN) al sector vitivinícola para el periodo 2014-18, se concretan aquellas actuaciones que serán objeto de ayuda y los importes para cada uno de los años, cuyo detalle podrán encontrar en las páginas interiores.

La inclusión de las inversiones destinadas a mejorar las condiciones de producción y comercialización de los vinos ha sido recibida por el sector con gran alegría. La reestructuración y reconversión del viñedo, la eliminación de los subproductos contribuyendo a fomentar la protección medioambiental, junto con promoción en mercados de terceros países, complementan aquellas medidas que podrán ser objeto de apoyo.

Mención aparte merece el Pago Único, contemplado para el año 2014, pero cuyo futuro para los siguientes años fue decidido por la Conferencia Sectorial de Agricultura del pasado 24 y 25, y en la que se decidió que los 142,75 M€ que afectan a cerca de setecientas mil hectáreas, “saldrán” del sector para ir a engrosar el nuevo régimen de Pago Básico (RPB) a partir de 2015. En esta misma Conferencia también se decidió que no podrán incorporarse nuevas hectáreas, ni de frutas y hortalizas, pero tampoco de viñedo al RPB con el fin de no verse reducidas las ayudas que estaban recibiendo.

De esta manera se impide que aquellas medidas orientadas a mejorar la competitividad de nuestros vinos, puedan verse beneficiadas con mayores fondos.

Pero cuidado,que no acaban aquí los problemas; porque de otra de las cuestiones ante las que habrá que estar muy vigilante es la posibilidad de que las ayudas a la promoción permitan potenciar el consumo y el desarrollo de la marca, como ocurre actualmente con aquellos programas destinados a terceros países; o deban limitarse a informar y formar al consumidor sobre la necesidad de tener un consumo moderado e inteligente; tal y como ya era posible con la medida contemplada en los reglamentos horizontales y que, concretamente, es la que ha hecho posible la puesta en marcha de la campaña “Saber beber, saber vivir” en diferentes países de la Unión Europea, entre ellos, España.

Respecto a la cosecha 2013-14, de momento, se afronta con una debilidad notable en las cotizaciones de los vinos y unas estimaciones que nos llevarían a situarnos en el entono de los años 2003 y 2004, con cosechas que rozaron los cincuenta millones de hectolitros. Pero eso no son más que estimaciones, con más o menos fiabilidad, que todavía están por concretarse.

Momentos de gran incertidumbre

Aunque el procedimiento abierto por China contra las bodegas españolas, francesas y alemanas por medidas anti-subvención y anti-dumping sigue generando reacciones en el sector vitivinícola por lo inexplicable del asunto y los altos costes que tendrá para las bodegas hacerle frente; así como (lo que todavía es mucho peor), la obligación de poner a disposición de las autoridades chinas cuestiones tan sensibles como la estructura de coste que tiene cada bodega o su propia cadena de valor, el problema parece estar medianamente encauzado. Las empresas, eso sí, de manera independiente, están afrontándolo inscribiéndose como entidades colaboradoras y cumplimentando los interminables formularios en chino a los que están obligados.

Ahora el problema está en saber cuáles van a ser las repercusiones económicas que esto va a tener en nuestro mercado. Efectivamente, el volumen exportado por España a China, con ser el tercer país exportador, no deja de ser la mitad de lo que ha vendido Francia (setecientos mil hectolitros frente a millón y medio). La cuestión está en que una buena parte de ese vino que ha sido vendido en China como francés era español y que, desde que se abrió este conflicto, las exportaciones al gigante asiático se han paralizado. Con el consiguiente quebranto para aquellas bodegas españolas que encontraban en el país galo la posibilidad de ser salida a una parte importante de su producción.

Lo que no hace sino unirse a otros miedos como son los que parecen haberse apoderado de un mercado en el que a las bodegas les ha entrado un repentino interés por vaciar sus depósitos, con la consiguiente debilitación de los precios y las posibles consecuencias que ello pudiera tener sobre las cotizaciones de las uvas de la próxima cosecha.

Hasta el momento no hay quien se haya atrevido a tantear cuáles podrían ser las horquillas en las que se encontrarían los precios para las diferentes variedades y zonas, lo que no ha evitado que cierto temor se haya extendido entre los viticultores, que cada vez ven más posibilidades de ser los que acaben pagando los excesos en los precios de los vinos que se cometieron al inicio de esta campaña.

Uno de los factores que más van a pesar en este asunto será, sin duda, las existencias y las cotizaciones a las que sean vendidas las próximas partidas, pero no el único. Barajar estimaciones de cosecha que estarían en el entorno de los cuarenta y cinco millones de hectolitros, con una Francia e Italia con producciones también mayores y cercanas a sus necesidades, complica mucho las cosas y ponen a los viticultores a los pies de los caballos.

El sector se pone las pilas

Sabemos lo que es el vino para nosotros, los países tradicionales; lo que representa en nuestra etnografía, medioambiental, económica y socialmente; pero ¿conocemos lo que es el vino para los nuevos consumidores? Incluso, ¿nos hemos planteado que los jóvenes pudieran ser unos “nuevos consumidores”? Y, si se trata de abordar nuevos mercados y nuevos consumidores, ¿lo estamos haciendo con el producto adecuado?

Muchos expertos dicen que ni el mensaje, ni el lenguaje, ni los medios utilizados son los adecuados. Que seguimos anclados en el pasado, transmitiendo ideas trasnochadas que no interesan a los jóvenes o que están muy alejadas de las aspiraciones de los nuevos países consumidores. Pero, ¿qué estamos haciendo para cambiar todo esto?

El Senado argentino aprobaba el pasado día 2 de julio una ley por la que declara al vino como bebida nacional, lo que le permitirá ser reconocido como alimento y ser identificado por la zona de elaboración.

En Francia la empresa Famille Haussmann acaba de lanzar al mercado un “vino con sabor a cola”, que bajo el nombre “Rouge Sucette” pretende liderar el auge de los vinos aromatizados en el país galo; donde pasaron de comercializar tres millones de botellas en 2011, a superar los 13 millones en 2012; y se espera volver a batir el récord en este año.

Chile incorpora la práctica enológica de la desalcoholización de los vinos y rebaja de los 11,5 grados mínimos que eran necesarios para que un vino pueda ser considerado e identificado como tal, hasta los 0,5º-11,4º para los “parcialmente desalcoholizados” y entre los 0º-0,4º para los “desalcoholizados”, además de permitir la elaboración de espumantes de una sola fermentación.

¿Y nosotros? ¿Qué hacemos los españoles?

A nivel legislativo, está bien claro que nada, puesto que las competencias están en mano de la Comisión Europea. Y a nivel nacional, pues prácticamente lo mismo, ya que si bien algunas empresas están apostando por salir al mercado y conocer los gustos de sus potenciales clientes, para ofrecerles lo que mejor puede adaptarse a sus gustos; la mayoría sigue pensando que lo único posible es seguir haciendo lo que considera “el mejor vino” y confiar en que un importador y distribuidor coincida con sus apreciaciones y se lo compre.