Confiar en que las cosas se solucionen solas

A pesar de que por parte del Magrama no parecen prestarle mucha atención, ni darle mucha importancia (a juzgar con la ligereza con la que son publicados los avances de producción). Los hechos demuestran que, para el sector y sus organizaciones agrarias y profesionales, disponer de unos datos de cosecha fiables y a tiempo, es fundamental. No en vano, a los medios de comunicación, de manera incisiva a los especializados, se nos ha llegado a señalar como responsables de “condicionar” las vendimias (quieren decir los precios) con nuestras informaciones. Otorgándonos una importancia que, sin duda, no tenemos, pero de lo que no cabría ninguna duda si contaran con datos técnicos fiables, y no tuviéramos que ser nosotros los que, con nuestros escasos medios, realizáramos encuestas y muestreos con los que obtener nuestras propias estimaciones de cosecha.

Que a estas alturas, 27 de mayo para más señas, el Ministerio de Agricultura publique en su avance correspondiente a marzo una estimación de cosecha de 53.547.640 hectolitros, lo que supone un incremento con respecto a la del pasado año del 49,7%, es algo que ya no nos puede sorprender, pero que no, por ello, puede ser de recibo. Especialmente cuando sabemos que estamos hablando de un mercado extraordinariamente sensible en sus cotizaciones a la producción y que se encuentra tan expuesto al mercado exterior, única salida actualmente para sus elaborados.

Muy posiblemente, dirán los técnicos que confeccionan estas estadísticas, que nada de todo esto hubiera cambiado la realidad de un sector que se enfrenta a un mercado desmoronado y en el que empiezan a surgir voces de alarma sobre los graves problemas de espacio al que pudieran tener que enfrentarse las cooperativas manchegas, porque ha sido su Unión de Uniones de Castilla-La Mancha la que lo ha hecho público, pero que no es la única región de España con este problema, si no se le da salida en los próximos tres meses a una cantidad muy importante de la cosecha que todavía resta por vender.

Y es que, lo de aumentar nuestras exportaciones un 17,8% en volumen con respecto al mismo periodo del pasado año, hasta alcanzar los 5,631 Mhl durante el primer trimestre, está muy bien y nos permite albergar la esperanza de que “coloquemos” en el mercado exterior en torno a veintidós millones de hectolitros, lo que es fantástico, especialmente si lo comparamos con los escasos nueve que venderemos en el interior, pero que resultan claramente insuficientes para, junto con mostos (7,685 Mhl) y los cuatro de destilados, darle salida a toda la producción.

En mi opinión, el sector está demandando a gritos soluciones estructurales que le permitan afrontar el futuro con cierto optimismo. Situación que pasa por un Plan Estratégico que defina cuál es el futuro que queremos para nuestro sector y las medidas que estamos dispuestos a afrontar asumiendo el coste económico, social y medioambiental que ello supone. La creación de una interprofesional puede ser el primer paso, pero tampoco será suficiente; hay que ir mucho más allá.

Y ahí el Gobierno tiene que gobernar e imponer cierto sentido común. No se puede estar a expensas del “no mojarse” y alegar que se está a lo que “quiera el sector”, porque el sector es muy variopinto y con intereses muy enfrentados. Además, más tarde o más temprano tendrá que enfrentarse a unos u otros al modificar las reglas con las que hasta ahora han estado operando y, aunque efectivamente buscan el respaldo del “sector”, este ha dado sobradas muestras de su incapacidad para actuar de manera conjunta y coordinada, y esa labor la debe asumir el Ministerio. ¿Hasta dónde deberá deteriorarse la situación para que actúe? Confiar en que las cosas se solucionen solas está muy bien e, incluso es posible, pero resulta muy peligroso.

No va a venir nadie a hacerlo por nosotros

Creamos más o menos en las estadísticas, los datos se muestran contundentes, y a pesar de que su presentación puede acabar influyendo en nuestra percepción, determinados parámetros demuestran que algunas de las conclusiones que se publican resultan incontestables. Por ejemplo, que el mercado exterior es el que está salvando a nuestro sector y permitiendo su supervivencia.

Exportar más del doble de lo que consumimos en el mercado interior es algo que podrá gustar más o menos pero que nadie cuestiona. Que las bodegas españolas dirigen sus esfuerzos a mejorar el valor de estas ventas y transformar barcos granelistas en botellas pudiera ser otro de los axiomas del sector.

Pero nada de todo esto es óbice para que descuidemos el mercado interior y, cada uno dentro de sus posibilidades, hagamos un esfuerzo por ese consumidor de cercanía con el que compartimos historia y tradiciones culturales y que le otorgan ese plus de valor de familiaridad y personalidad que demanda el consumidor moderno de vino. ¿O acaso el “padre” de la criatura, el enólogo, no se ha convertido en los últimos años en un “chico para todo”? Hay que conocer bien el fruto, saber qué tratamiento darle y para qué utilizarlo; pero también hay que salir al mercado y enseñarlo, hablar de él, acercarlo a los compradores como solo quién lo ha parido sabe. Y es que aún hay más, hay que acompañarlo y apadrinarlo cuando debe demostrar de lo que es capaz en una mesa.

Que luego tenemos que salir a vender nuestros vinos fuera, pues salgamos, como lo han hecho 3.921 bodegas españolas durante 2013, superando en un 10,45% a las que lo hicieron el año pasado. Que de esas casi cuatro mil, poco más de mil setecientas lo han hecho de manera ininterrumpida durante los últimos cuatro años. ¡Pues normal! Es que es mucha la competencia. O que solo 94 tuvieron una facturación superior a cinco millones de euros y la mayoría de ellas, 1.415 bodegas, apenas facturaron 5.000€, pues habrá que seguir luchando porque aumenten su facturación. Pero estamos ahí, en primera línea, con productos de gran calidad organoléptica, pero también percibida. Ahora solo nos falta tener fuerzas para seguir luchando por mejorar nuestra imagen y que tenga su reflejo en el valor.

Tenemos herramientas derivadas de los Planes de Apoyo Nacional (reestructuración, promoción, inversiones…) que nos deberían ayudar, y sabemos que una interprofesional útil para todos los colectivos que la integran serviría para mejorar la situación de los mercados y de sus precios. Pues hagámoslo. No va a venir nadie, ni de esta o aquella administración, a hacerlo por nosotros.

Fuera siguen prefiriendo el corcho

Parece bastante claro que cualquiera que quiera vender una botella de vinos a treinta euros, no tiene más alternativa que el vidrio para el envase y el tapón de corcho para el cierre. Hasta aquí todo perfecto. Pero… ¿y si en lugar de estar hablando de treinta euros (por decir algo), lo hacemos de dos (también por poner una cifra)?. La cosa no está tan clara, ¿no?

Muy posiblemente no, y dependerá mucho del mercado al que nos dirigimos.

Tragon Corporation, empresa dedicada a la realización de estudios de mercado vinícolas en Estados Unidos, afirma en un reciente estudio que en este país el 61% de los encuestados prefiere el tapón de corcho al de rosca, que solo es elegido como primera opción por el 3% de los encuestados.

La asociación del tapón de corcho con la imagen de vino de calidad sería una de las principales razones que justificarían esa preferencia, y lo que explicaría que cuando hablamos de un momento especial en un restaurante, o utilizamos el vino como un elemento de regalo, no exista alternativa a este cierre. Ya que la mitad de los consultados asocia baja calidad a los otros cierres.

Si nos preguntamos lo mismo en la vieja Europa, Astra Ricerche, en Italia; y Opinion Way, en Francia; también llegan a conclusiones similares. Los italianos porque consideran que el corcho es el cierre que mejor protege al vino, ofrece un ritual de apertura más atractivo y es, prácticamente, el único admitido por los consumidores cuyas edades estén comprendidas entre los 45 y 54 años.

Los franceses argumentan su predilección por el corcho en que es el mejor sello para un “Gran Cru”, que lo prefieren para un regalo, que es sinónimo de calidad, permite conservar más tiempo y mejor el vino o que contribuye al medio ambiente.

Como vemos dos visiones un tanto distintas en sus razonamientos. Mucho más superficiales y de imagen en Estados Unidos, y basados en la calidad en los dos países europeos; pero coincidentes en sus conclusiones.

De España no dice nada el artículo publicado por el Magrama en su quincenal “Noticias del Exterior”. Debe ser que al no ser exterior no importa lo que suceda en nuestro mercado o que, sencillamente, no disponemos de ningún informe que permita a nuestras bodegas mejorar el conocimiento de nuestros consumidores sobre la percepción que tienen de este cierre u otros muchos aspectos.

Recuperación sí. Pero trabajándola

Poco a poco, todos los datos y previsiones económicas que son publicadas por los diferentes organismos nacionales e internacionales van coincidiendo en la idea de que España despega. En que, por fin, parece verse la luz al final del túnel y nuestros indicadores económicos mejoran notablemente, en algunos casos, incluso por encima de los asignados para Francia, Italia o hasta la mismísima Alemania. Y, aunque todavía es pronto, esta mejoría parece ir encontrando acomodo en el consumo interno que muestra signos de una, todavía tímida, recuperación. Como así lo avalan las cifras de turismo de la última Semana Santa; o incluso las de la venta de vehículos. La duda está en saber, cuándo llegará esta mejoría al sector vitivinícola, y si tendrá su traslación al consumo. ¿O esta es ya una batalla perdida cuyas razones de ser están muy alejadas de cuestiones macroeconómicas y tienen más que ver con cuestiones de índole social y cultural? En mi opinión, pero esto es una impresión muy personal, también el vino acabará beneficiándose de esta recuperación del consumo interno y las cifras se verán incrementadas con respecto a lo que hemos venido sufriendo en los años anteriores con continuos descensos. ¿Volviendo a cifras anteriores a la crisis? Pues incluso es posible. Al fin y al cabo tampoco eran tan elevadas. Aunque, muy posiblemente, tenga que ser de otra manera: es decir, más hogar y menos Horeca. O dicho de otra forma, menos comida de empresa con gasto desorbitado y más sentido común en la comanda. Pero con comanda al fin y al cabo. Los más de sesenta millones de turistas que esperamos recibir este año, deberían poner su granito de arena en esta recuperación. En definitiva, un incremento de en torno al siete por ciento (cerca de cuatro millones) de un público objetivo de gran interés, puesto que la gastronomía y el vinos es una de las primeras razones que les animan a escogernos como destino. Aunque, sin duda, nada de todo esto se va a producir porque sí. Será necesario el apoyo de nuestras bodegas y organismos interprofesionales en campañas que ayuden en la promoción de nuestro mercado interior (para los propios y los que acogemos) y muchos más esfuerzos de los hasta ahora demostrados por este mercado. El sector sabe que debe encontrar nuevos mercados en los que colocar cincuenta y tres millones de hectolitros. Que no es fácil; pero debe hacerlo y lo hace. Como así lo demuestra la excelente acogida que han tenido los fondos destinados a la inversión, los programas de promoción en países terceros, o incluso las sucesivas campañas de tapa y vino que se están llevando a cabo en nuestras diferentes autonomías, con éxito muy notable en todas ellas de acogida entre el público. Aun así, hay algunas cifras que resultan preocupantes. De los fondos que Bruselas destinó al sector en 2013, España ha concentrado el 89,30% de los destinados al Pago Único, cero en inversiones y “solo” el 26,33% de los de Promoción. Siendo la reestructuración del viñedo la que compite con el Pago Único por el liderazgo de estas ayudas con 163,67 M€ frente los 142,75 M€ del PU de los 352,78 M€. Y ¡hombre! Yo no es que vaya a ser quien diga lo que está bien y mal, Dios me libre. Pero llama la atención que de los fondos repartidos en los PNA en el periodo 2009-13, la medida más utilizada por Italia haya sido la reestructuración (38,72%) seguida de la promoción (14,37%) y mosto concentrado (13,74%). Que Francia haya destinado sus fondos a la reestructuración (39,60%), Inversión (26,61%) y destilación de subproductos (14,76%) y que España haya sido, también, la reestructuración (31,60%) pero seguida del Pago Único (30,46%) y destilación de uso de boca (15,84%).