Uso en función de calidades

Lo habitual por estas fechas es que los viticultores y bodegueros miren al cielo con cierta preocupación. Las posibilidades de heladas y granizos se ciernen sobre sus cabezas y su incidencia en la viña puede echar por tierra buena parte de sus aspiraciones.

Lamentablemente este año, no solo las previsiones meteorológicas para estos próximos días anuncian una bajada importante de las temperaturas en prácticamente todo el territorio peninsular, sino que además pronostican que irán acompañadas, incluso, de nieve.

Mala cosa si tenemos en cuenta que la viña se encuentra bastante evolucionada, con brotes ya de cierta importancia a los que una helada les ocasionarían, sin ninguna duda, un daño considerable.

Claro que, por otro lado, si se confirman las previsiones, también deben llegar unas lluvias que se están haciendo de rogar sobremanera este año, especialmente en la mitad norte peninsular, donde las precipitaciones caídas hasta ahora están por menos de la mitad de lo que sería normal. Y a las perjudiciales consecuencias para la viña de esta escasez hídrica hay que añadir los fuertes vientos de la pasada semana, que han provocado acentuar más la sequedad de la tierra.

No obstante, dicho esto y otorgándole toda la importancia que sin duda tiene, la llamada a la prudencia sigue siendo tan necesaria como siempre. La transformación de un buen número de hectáreas de viñedo de secano en regadío es una realidad fácilmente contrastable y cuyos efectos sobre la cosecha todavía están por concretar correctamente. Pues si bien resulta incuestionable, y así es percibido por todos los operadores, que el potencial de producción en España ha aumentado de manera espectacular, resultando mucho más homogénea, gracias precisamente al control del uso del agua; todavía son muchas las cuestiones relacionadas con rendimientos y calidades que están por concretar.

Confiemos en que una vez conocida con más detalle la situación real de nuestra viticultura y nuestra cosecha “normal”, tengamos  la capacidad de poner en marcha algún plan estratégico que nos permita diferenciar usos en función de calidades. Porque si bien la ecuación de bajos rendimientos igual a mayor calidad, parece ampliamente superada. Todo tiene su límite, y hablar de veinte mil kilos donde antes de producían cuatro mil, nunca puede ser lo mismo.

¿Que los precios a los que vendemos los vinos nos exigen irnos a estos rendimientos porque si no el cultivo de la viña no es rentable? Pues muy posiblemente sea cierto y debamos buscar una solución. Pero pasar por alto que a lo que producimos hay que buscarle un acomodo en el mercado de manera estable y duradera en el tiempo, o confiar en que las exportaciones, o el consumo interno van a absorber ese incremento no solo puede resultar muy complejo de ubicar en el tiempo, sino que incluso la misma aspiración de aumentar ambas utilizaciones es muy posible que resulte muy complicada.

El mercado exterior porque los datos dicen que el comercio mundial de vino lleva cierto tiempo comportándose de una forma bastante estable, lo que nos lleva a que para aumentar nuestras exportaciones hay que quitar a otros que han llegado antes y cuyos méritos están bastante alejados del criterio de precio bajo por el que hemos ido ganado cuota de mercado nosotros.

En el consumo interno porque aspirar a que vuelva el consumo alimentario sería tanto como aspirar a retroceder socialmente cuarenta o cincuenta años. Lo que es del todo imposible. Y si bien podemos, y debemos, aspirar a aumentar el consumo interno, pensar en un cincuenta por ciento de incremento (hasta 15 Mhl) en diez años parece un objetivo bastante ambicioso. Pero todavía del todo insuficiente para hacer frente al aumento de nuestro potencial de producción.

En defensa de la Interprofesión

Dentro de unos días tendrá lugar en Madrid, exactamente el 19 de abril, la puesta de largo de la Interprofesional, con una jornada en la que se abordarán los retos y oportunidades del vino español. Será una excelente oportunidad de reunir a un sector que, en los últimos tiempos, anda un tanto revuelto, con bodegas que empiezan a poner en duda la eficacia de la misma Interprofesional, cuestionando una extensión de norma que se ha reducido a un nuevo “impuesto” y cuyos resultados siguen estando muy lejos de trasladarse a una recuperación del consumo interno o una información más prolífera y de calidad. Dos de los principales objetivos estatutarios de la organización

Mi opinión, pero no es más que eso, una opinión personal mucho menos válida de la que tengan quienes estén soportando económicamente esta organización; es que todavía es pronto para sacar conclusiones y cuestionar su eficacia. Es cierto que “el gato escaldado del agua huye” y que el sector está cansado de escuchar voces anunciando recuperaciones de consumo al amparo de esta o aquella medida, y que no acaban siendo más que un fracaso estrepitoso que debilita aún más el ánimo de unos productores con unos márgenes demasiado pequeños como para poder permitirse experimentos.

Sabemos que somos un sector extraordinario, solidario, comprometido social y medioambientalmente, responsable; tradicional y con un gran acervo cultural. Que los consumidores han cambiado y la forma de llegar a ellos también. Hasta el mismo lenguaje es diferente, porque las necesidades y los objetivos también lo son.

Concienciar de eso a todo un sector, tan variopinto como el nuestro y tradicionalmente tan enfrentado por unos pocos céntimos, con un nivel de profesionalización bastante escaso en el ámbito comercial y de comunicación, en una sociedad donde se impone la información a criterios de calidad, incluso de precio según que target, no es tarea fácil.

Y es precisamente porque no es un trabajo sencillo, por lo que deberíamos tener un poco más de paciencia. Todos, los que pagan en exigir resultados, y los que recaudan en dar explicaciones.

Estamos llamados a convertirnos en uno, sino el primero, de los países vitivinícolas que más evolucionen en los próximos años. La llegada de nuevos productos, con nuevas presentaciones, un cambio en la comunicación, el acercamiento de los no consumidores, jóvenes y no tan jóvenes… Las excelentes condiciones de cultivo de las que disponemos, un abrumador número de eminentes investigadores que avanzan en el estudio de una mayor adaptabilidad a los cambios climáticos. Un nivel técnico en las bodegas que permite sacarle a la uva mucha más calidad de la que se le ha obtenido…

Son solo algunas de las razones por lo que debemos seguir luchando por defender la existencia de una Interprofesional que nos una en la conquista de los mercados y sus consumidores.

Como una mancha de aceite

Parece que cuando no son unas cosas, son otras… pero el caso es que no estemos tranquilos. Primero fue la necesidad de buscar en el mercado exterior los consumidores que en el interior no encontrábamos. Luego intentar que el valor de nuestras exportaciones aumentase un poco y permitiera mantener la rentabilidad de unas producciones vitícolas que estaban seriamente amenazadas.

Ahora, nos vuelven a dar una vuelta de tuerca en los mercados y los ingleses se empeñan en salirse de la Unión Europea, invocando el artículo 50 del Tratado que la mayoría de los jefes de Estado que lo aprobaron no pensaron jamás llegara a aplicarse. Y todo eso bajo la utilización de unos argumentos que, cuando menos, deberíamos calificar de inexactos y torticeros, que llevaron a muchos británicos a expresar en las urnas más un estado de ánimo e intención de propiciarle un revolcón político a su primer ministro, que una verdadera intención de abandonar su principal mercado y a sus más fieles aliados.

Pero no han acabado aquí nuestros problemas, también nuestros vecinos galos andan revueltos con nuestros vinos y lo que hasta ahora habían sido ataques contra cisternas cargadas de vino español, alegando que llegaban a su territorio para hacerle la competencia a sus propios vinos con bajos precios, totalmente imposibles de igualar por ellos; ahora ha ido un paso más allá y los franceses han llegado a entrar como vándalos en una cadena de supermercados y, al grito de “¡No a los vinos importados!”, tomar decenas de botellas de sus estanterías y destruirlas ante sus puertas. Amenazando, al más estilo gansteril, que volverían.

Claro que, considerando el tipo de personaje que ha llegado a presidente de los Estados Unidos y el mensaje, en muchas ocasiones mucho más cerca de las amenazas que de intenciones, en contra de los productos importados; no es de extrañar que en muchos colectivos de otros países cunda el ejemplo. Extendiéndose sus políticas como una mancha de aceite y, bajo el convencimiento de que “aquí vale todo” son muchos los que se invisten de defensores de la Patria y atacan de manera impune uno de los principios fundamentales de esa Unión Europea que ayudaron a construir hace 60 años, como es el de la libre circulación de mercancías.

No deja de resultar curioso que estos actos vandálicos, que han venido acompañados de soflamas exigiendo a la gran distribución que retire inmediatamente de sus lineales los bag-in-box importados, alegando que cada día ocupan más espacio en sus estantes; hayan coincidido con la publicación de los datos de exportación del mes de enero, primeros en los que se aplica una nueva partida arancelaria que permite conocer el volumen de vino que ha sido exportado en esa categoría de envases de capacidad superior a dos litros e inferior a 10, especialmente bag-in-box, cada vez más demandados.

Y aunque todavía es muy pronto para poder decir si nos han sorprendido o no, lo cierto es que, a tenor de lo que hemos podido conocer, 11.339 hectolitros de los 922.175 exportados a granel (según la antigua nomenclatura combinada) no parece ser una cantidad tal como para pensar que es un producto capaz de suponer ninguna amenaza en ningún país. Y respecto a que hayan bodegas francesas que compran vino en España para ser envasado allí y comercializado bajo una etiqueta francesa, es una cuestión estrictamente de mercado que, viéndolo desde el lado español, podríamos decir que nos aleja de los consumidores y hace muy difícil poder luchar por disponer de productos con valor añadido y creadores de fidelidad entre los consumidores.

Y cuando parecía que el sector iba organizándose y tomando conciencia de la importancia de contar con una Interprofesional del Vino que abordara los problemas sectoriales más importantes a los que debe hacer frente de forma colectiva y eficiente, decide relevar a su director gerente de manera fulminante.