Pensando en el futuro

Que los acontecimientos que no están evolucionando como a todos nos hubiese gustado, ni tan siquiera como nos prometía el Gobierno con una “rápida” recuperación, es un hecho tan evidente que no merece más mención que la que se desprende de los posibles efectos que sobre nuestro sector pudiera tener el cierre que se está produciendo en muchas de nuestras comunidades autónomas de la hostelería. Afrontar la Navidad bajo el panorama de restricciones en el movimiento de las personas, así como dificultar, si no impedir, las reuniones familiares y celebraciones típicas, como pudieran ser las comidas de empresa, puede suponer un quebranto de tal magnitud para el conjunto de nuestras bodegas que cualquier medida excepcional que pudiera aplicarse resultará totalmente insuficiente.

Y así parece estar entendiéndolo el ministro Planas, quien, en su reunión del Consejo de Política Agrícola con los consejeros autonómicos del ramo, anunció que solicitaría a la Comisión Europea que active nuevas medidas de mercado que, aunque sin especificar, muy probablemente irán en la línea de prorrogar las que se aplicaron al final de la pasada campaña y mantener la flexibilización en las tasas de cofinanciación de las medidas de promoción en terceros países hasta el 15 de octubre de 2021.

Medidas que, salvo sorpresa mayúscula, deberían ser retraídas de los fondos PASVE y que tendrán como consecuencia la reanimación de una vieja polémica sobre si lo que necesita el sector en estos momentos son este tipo de ayudas u otras encaminadas a abrir un hueco en los mercados internacionales que permitan mejorar el valor de nuestros elaborados.

Este cierre en el mercado puede generar un problema de graves consecuencias en las existencias de las bodegas, ya que se estima que un tercio de la facturación se concentra en la campaña navideña. Darle salida a semejante volumen con las medidas extraordinarias anti Covid resulta del todo imposible por lo que, muy posiblemente, se planteará un escenario que vaya mucho más allá de cuestiones circunstanciales, hacia problemas estructurales que requieran medidas mucho más contundentes como el arranque de viñedo.

Ambos aspectos: financiación exclusiva de las medidas extraordinarias con fondos PASVE y abandono voluntario del viñedo nos sitúan en una peligrosa situación ante la ausencia de fondos complementarios nacionales como los que sí han disfrutado nuestros competidores franceses e italianos; y los bajos precios y ausencia de rentabilidad en la que se maneja nuestro viñedo.

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