El mildiu pone en peligro la cosecha

De preocupante podría calificarse el momento que vive el sector productor. Pues si las abundantes lluvias caídas en la práctica totalidad de nuestra geografía permitían pasar página a los nefastos efectos que la pertinaz sequía había ocasionado en nuestras producciones. Ahora era la presencia de esta, la que ocasionaba daños de consideración.

Daños por inundaciones, como los ocasionados en la provincia de Valencia, aparte. Digamos que los niveles de precipitaciones no debieran haber ocasionado ningún perjuicio en las cosechas. Más bien, todo lo contrario. Fueron recibidas por los viticultores con los brazos abiertos y la esperanza de poder dar por superado un episodio que duraba varios años y que había llegado a poner en peligro de supervivencia la propia planta; era plena.

Pero como la dicha nunca es completa, a estas lluvias le sucedieron altas temperaturas que trajeron un idílico escenario para el desarrollo de enfermedades criptogámicas, especialmente el mildiu. Cuya virulencia puso de manifiesto lo que ya algunos viticultores, los más viejos del lugar, preveían. Y es que la sequía de los años atrás, había favorecido el desarrollo larvado de la enfermedad que, cuando se han dado las condiciones adecuadas, ha aflorado con gran celeridad. Haciendo prácticamente inútil los primeros tratamientos y obligando a repetirlos con una alta frecuencia.

Con lo que de coste supone, lo que ya de por sí es un alto inconveniente para muchos viticultores que rozan la nula rentabilidad al precio al que venden sus uvas. Pero que, además, tendrá sus efectos sobre el conjunto de la producción al encontrarse la vid en un estado fenológico muy delicado como es la floración-cuajado, cuando la viña es especialmente sensible. Siendo bastante generalizado que la enfermedad haya traspasado las hojas al racimo.

Afortunadamente esta situación se ha dado antes de que, en aquellas regiones donde vaya a aplicar la vendimia en verde, haya tenido lugar y provocará que muchos de esos miles de viticultores que lo hubieran solicitado, se vuelvan atrás y no tiren ningún racimo al suelo.

Mientras la viña evoluciona, el mercado parece mantener cierta inapetencia. Con operaciones de escaso volumen y cotizaciones que se mantienen bastante estables.

Manteniéndose esa extraña sensación que llevamos meses y meses soportando, de unas salidas desde bodega con tendencia positiva para los tintos y rosados, mientras los blancos caen. Situación que se compagina con una demanda por los operadores que parecen estar más interesados en los blancos que tintos.

Con los últimos datos del Infovi, correspondientes al mes de abril, en la mano. Podemos asegurar que el consumo aparente de vino blanco cae, con respecto al mismo mes del año anterior, un 10’0%, mientras que el de tintos y rosados, aumenta el 6’9%.

O que las existencias de vino blanco son un 15’53% superiores, en tanto que las de tintos se sitúan un 12’19% por debajo. Aunque, en este caso, hay que reconocer que desconocemos la cantidad de vino que, con uvas tintas pudiera haberse vinificado en blanco.

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