EE.UU., un mercado muy importante como para pensar en alternativas

Insistir sobre lo imprevisible que desde enero se ha convertido el mercado norteamericano con la llegada de la segunda Administración Trump es reiterarnos en la imposibilidad de saber, con la certeza mínima requerida, lo que va a pasar el próximo 1 de agosto. Fecha en la que ha anunciado un aumento de los aranceles actuales del 10% hasta el 30%.

Tras varios amagos de imponer tarifas aduaneras desorbitadas a la Unión Europea, todas las amenazas hasta ahora había sido aplazadas. Y, aunque en alguna de estas llegará el lobo y acabarán convirtiéndose en realidad. Han sido tantas las ocasiones en las que han sido vacuos ultimátums del peor de los tahúres que, cuando vaya a ser verdad, nos pillará por sorpresa. Tanto que ya será imposible discernir entre los efectos generados en nuestras exportaciones por los aranceles y aquellos que encuentran su explicación en una sociedad norteamericana empobrecida y que debe disminuir el consumo de cualquier producto que considere superfluo.

Sea como fuere, el caso es que esta situación está resultando lamentable para nuestro sector. Un mercado al que se le han dedicado tantos esfuerzos, de todo tipo; económicos, pero también humanos con la apertura de delegaciones propias. Un país que estaba llamado a convertirse en el primer país del mundo en volumen de vino consumido. No es de recibo que todo el trabajo se tire por la borda por la llegada de un personaje que tiene como lema no respetar ninguno de los acuerdos a los que las anteriores administraciones se habían comprometido.

Los datos de mayo correspondientes a las exportaciones de vino a este mercado, ponen de manifiesto que el efecto acopio del que hemos disfrutado en los meses anteriores parece haberse acabado.

No obstante, convendría no perder de vista lo sucedido en enero de 2023, cuando el volumen de sus importaciones comenzó una peligrosa senda bajista que duró todo el año, afectando especialmente a los vinos tintos. ¿Coincidencia con un cambio en los hábitos de consumo o un empobrecimiento de los americanos que buscaron en vinos más baratos una forma de hacer frente a la situación?

Resulta difícil, al menos en tan corto plazo, una respuesta.

Sea como sea, el caso es que se presentan tiempos difíciles para los vinos en el mercado norteamericano y aunque lo de buscar mercados alternativos, como se empeñan en repetir nuestros políticos, está muy bien. Convendría recordarles que, ni un mercado se crea tan fácilmente, ni las condiciones sociales, políticas, culturales… de este mercado son fácilmente replicables en otros países.  

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