Posiblemente, de todo lo acontecido en la última semana, sea el acuerdo alcanzado por el trílogo (Comisión Europea, Consejo y Parlamento Europeo) sobre el texto final del conocido como “Paquete Vino” (por lo que ya únicamente queda su adopción formal por parte del Parlamento y del Consejo y su publicación en el Diario Oficial de la Unión Europea, algo que se espera que pueda tener lugar entre enero y febrero del año próximo) lo más transcendental para el futuro inmediato del sector vitivinícola europeo.
Ya que, en él, bajo la premisa de ofrecer al sector herramientas acordes a las diferentes necesidades que tienen cada uno de los Estados Miembros, se configuran una serie de medidas encaminadas a mejorar la competitividad y la valorización de la producción vitivinícola europea. Llegando a ofrecer alguna posibilidad de un abandono digno (subvencionado) para aquellos que, bien por falta de relevo generacional, rentabilidad o, sencillamente, porque apuestan por otros cultivos, decidan abandonar el viñedo. Mejorar la coherencia entre las diferentes medidas existentes, así como la cofinanciación, y presentar los productos vitivinícolas de una forma más clara al consumidor son otros de sus fines.
Aun así, lo que está sucediendo con el consumo, en España (que podríamos hacer extensible a prácticamente todo el mundo, desde luego a todos los importantes) resulta mucho más preocupante y está generado cierta alarma sectorial, que hace que la opción del abandono del viñedo o el cierre de bodegas se hayan convertido en posibilidades a tener en cuenta.
Hasta ahora el suelo del consumo nacional parecíamos tenerlo estable en el entorno de los nueve millones ochocientos mil hectolitros. Lamentablemente septiembre supuso un fuerte mazazo a esta estabilidad y cayó hasta los 9,53 Mhl interanuales, tendencia que se ha confirmado con los últimos datos del Infovi de octubre, donde, aunque con mucha menos fuerza (-0,54% respecto al mes precedente) hemos vuelto a caer hasta situarnos en los 9,48 Mhl.
Por colores los tintos pierden en ese mes un 1,29% con respecto a septiembre, mientras los blancos recuperan un 0,58% de su consumo. Confirmándose el punto de inflexión que ambas categorías iniciaron en el pasado mes de junio.
Tema, el del dónde se podría situar el nuevo suelo del consumo nacional, transcendental y sobre el que habrá que estar muy pendiente. Pues si con la crisis económica iniciada en 2022, en apenas diez meses nos dejamos un millón de hectolitros (-9,33%), habrá que estar muy atentos a las cifras que nos quedan por conocer de estos dos últimos meses (clave) del año y confiar en que, los trescientos dieciocho mil hectolitros que llevamos perdidos, no vayan a más en noviembre o diciembre, o al menos lo hagan de una forma mucho más suavizada.
