Consolidar lo ya alcanzado

Conocidos los datos del último ejercicio Feaga 2013 (que comprende del 16 de octubre del pasado año, al 15 de octubre de este 2013), la reconversión y reestructuración de viñedo será la medida del Plan Nacional de Apoyo que mayores fondos emplee, En total, 156 millones de euros, un cuarenta y cuatro por ciento del presupuesto total. Solo seguida por el Pago Único que, cumpliendo con lo presupuestado inicialmente, recibe el cuarenta por ciento, 142,75 M€.

Es de destacar que la posibilidad de asignar a la reestructuración y reconversión del viñedo casi el doble (74 M€ más) de lo inicialmente fijado ha sido posible gracias a que en la medida de inversiones no se ha utilizado ni un solo euro, y en la de destilación de subproductos, tan solo 7,8 de los 31,8 M€ presupuestados.

Hay que valorar la acogida y el cumplimiento de los planes de promoción en mercados de terceros países, donde se ha utilizado un quince por ciento (6 M€) más de fondos de los inicialmente asignados. Ya que la buena recepción de esta medida por parte de las bodegas es lo que está permitiendo abrir nuevos mercados y mejorar la calidad de nuestras exportaciones, con el consiguiente aumento del valor añadido y fidelización que ello lleva implícito. Y lo que es todavía más importante, confiar en que en esta campaña, donde los excedentes amenazan con volver a adquirir un importante protagonismo ante las buenas cosechas de todos los países comunitarios, los vinos españoles puedan mantener una parte importante de ese precio que han ganado en esta última campaña.

Qué duda cabe que es importante que el vino salga de nuestro país con una clara identificación, como la que le proporciona el hecho de hacerlo envasado, frente al anonimato que suponen los graneles. Pero también hay que pensar que el mantenimiento de este tipo de mercado puede ser una primera fase ineludible para buena parte de esas bodegas españolas que, apostando decididamente por el valor de la marca, deben luchar por hacerse un hueco en un mercado saturado y altamente competitivo.

Los últimos datos de exportación conocidos y que hacen referencia al mes de julio señalan que hemos pasado de un precio medio por litro en vinos de 1,07 euros en el interanual agosto 2011-julio 2012, a 1,40 euros/litro en el interanual de julio de este año. Pero, para ello, nos hemos tenido que dejar nada menos que un treinta por ciento del volumen comercializado a granel; mientras que los envasados apenas han descendido un tres por ciento. Queda marcada una clara senda de por dónde deben ir los esfuerzos de nuestras bodegas y cuáles pueden ser sus objetivos.

¡Qué harán los otros!

Decir que el Magrama no facilita información relevante para el sector vitivinícola, pudiera resultar un tanto exagerado. Claro que no más que el hecho de que haya sido distinguido con el premio a la transparencia informativa 2013 de ‘El Nuevo Lunes’, como el Ministerio que mejor comunica. ¡¿Qué harán los otros?!

Es verdad, y eso hay que reconocérselo, que el servicio de prensa ha mejorado mucho. Que sus notas de prensa son frecuentes y útiles. Nada que objetar a este aspecto de la comunicación. El problema viene cuando nos referimos a aquella parte de la información que hace referencia a las estadísticas, datos básicos con los que el sector debe organizar y planificar sus estrategias comerciales y que siguen siendo tan “mejorables” como hace unos años.

En mi opinión, que a 18 de septiembre sigamos sin disponer de una estimación de la cosecha 2013, dice poco de su Gabinete Técnico. Que las previsiones disten mucho de los datos oficiales emanados de las declaraciones de producción, tampoco es que vaya en su beneficio. Que muchas de estas informaciones hayan dejado de ser publicadas por recortes presupuestarios, y se haya derivado su tratamiento hacia empresas de ámbito empresarial que las facilitan previo pago, nos debería hacer cuestionarnos el papel de un organismo público y su obligación de facilitar el desarrollo de sus empresas y el bienestar de sus ciudadanos.

Y perdón, porque es un tema ya muy manido. Pero es que las cooperativas españolas ya han hecho pública una primera estimación de cosecha, la mayoría de organizaciones sindicales también, y que les voy a decir de los medios de comunicación dedicados al sector (especialmente éste), incluso aquellos generalistas que también lo han hecho. Hasta algunas consejerías de Agricultura se han atrevido a hacerlo. En cambio el Ministerio que debe velar porque la actividad del sector vitivinícola se desarrolle correctamente y resulte competitiva en los mercados nacionales e internacionales permanece mudo.

No entiendo que un sector de la importancia del sector agroalimentario en el mercado exterior disponga de tan pocas herramientas con las que poder tomar las decisiones empresariales que considere más convenientes para sus intereses, que son los intereses de la colectividad.

Las olimpiadas, un hecho a reflexionar

Cuando todavía resuenan los ecos de nuestra apresurada eliminación en primera votación en la elección de la sede para los Juegos Olímpicos 2020, se hace necesario reflexionar sobre tres cuestiones, a mí entender básicas, sobre el papel de España como marca colectiva: imagen que tenemos en el exterior y la que nosotros creemos tener, conocimiento de idiomas y peso de nuestro país en el panorama mundial.

Y no es porque a mí me importe mucho que Madrid organizase las Olimpiadas del 2020, que eso carece completamente de importancia, sino porque siguiendo la evolución de lo sucedido estos días, me parecía estar viendo a nuestras bodegas cuando salen a vender sus vinos al exterior.

En alguna ocasión hay a quien han puesto a “caer de un burro” por decir que en el exterior la imagen que tienen nuestros vinos es de “peleones y barateros”. Seguramente con razón, ya que ni los precios, pero seguro que la calidad, no lo justifica. Pero es verdad, por más que nos pese, que no somos el paradigma del valor añadido en vinos, como así lo demuestra el desglose de nuestras exportaciones, donde prácticamente la mitad se comercializa en envases de capacidad superior a dos litros (graneles), en la que se concentra el volumen que hemos perdido en el interanual julio’12-junio’13, como consecuencia de la elevación de los precios.

Y en cuanto al peso de nuestro país, ¡qué vamos decir! Si nos tienen que invitar a participar en las reuniones de las 20 economías más grandes del mundo, o somos el que mayor tasa de paro sufre, o el mayor nido de profesionales que deben salir fuera a buscar trabajo. Eso por no hablar de la imagen de nuestra clase política.

Se hace necesaria una reflexión profunda y serena de lo que ha sucedido, porque en Buenos Aires a España la dejaron fuera de algo más que de la organización de unas Olimpiadas.

Una cata con universitarios

Nos lamentamos frecuentemente de que el consumo de vino en España ha caído de forma estrepitosa, responsabilizando a los jóvenes de esta situación y escudándonos en factores socioeconómicos. Pero yo me pregunto ¿qué hacemos nosotros por llegar a los jóvenes?, ¿les ofrecemos productos acordes a sus gustos y bolsillos?, ¿utilizamos un lenguaje entendible?,…

A continuación tendréis la oportunidad de ver algunos videos sobre una cata realizada con estudiantes de la UPV.

Y deciros que la iniciativa de hacerla partió de ellos, demostrando un gran interés por la cultura del vino.

Javi Cecilia Rubén Laura Laura Nacho Lorena Elena Juanlu Marta

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Su elaboración

Los tintos

Los espumosos

El color

Comentario de vendimias

Con las primeras tablillas de precios de las uvas colgadas en Extremadura y Ciudad Real, estamos en disposición de decir que la prudencia es la tónica dominante en un mercado en el que, ni los compradores, por temor a que las cosas se les vayan de las manos, ni los viticultores, ante la posibilidad de que una mayor ambición de los elaboradores les lleve a compensar excesos pasados, están dispuestos a romper fácilmente.

Los constantes incrementos que situaron las cotizaciones de las uvas en unos niveles cuyos vinos no fueron capaces de defender a lo largo de la campaña, han propiciado que las bodegas, especialmente las grandes, sean muy prudentes a la hora de determinar dónde está el límite de un precio que debe hacer rentable el cultivo del viñedo, al tiempo que competitivos en los mercados internacionales sus elaborados.

Pero tampoco los viticultores desean esta situación de inestabilidad, ya que han tenido la oportunidad de comprobar, una vez más, que estos profundos dientes de sierra en los precios de las uvas lo único que les ocasionan es una gran incertidumbre y la seguridad de que, en algún momento, las tornas se volverán contra ellos.

Es difícil saber cuál es ese punto de equilibrio, pues aunque las quinientas pesetas por hectogrado (3 euros) es una cotización que, más o menos, todos coinciden en señalar que es un precio aceptable, que permite ser competitivo y pagar la uva por encima de las tres pesetas (0,018 euros) por kilogrado; las cotizaciones a las que llegaron el pasado año siguen pesando mucho en algunos, que no se muestran favorables a renunciar tan fácilmente. Especialmente aquellos que vendieron al inicio de campaña y no disfrutaron de los “altos” precios posteriores. Aunque ello les permitiera que les retiraran y pagaran según lo acordado y no tener que andar renegociando varias veces como ha sucedido con las operaciones de cotizaciones más elevadas.

Las cosechas más o menos “normales” (si es que en este sector existe un significado para este adjetivo) de Francia e Italia, también están ayudando bastante a frenar pretensiones más altas por parte de los viticultores, que, conscientes de la alta competencia que va a existir este año para vender la cosecha, saben que no pueden tensar mucho la cuerda.

Y todo ello, con la mirada puesta en el cielo, pues el retraso de dos semanas que, en términos generales, presenta el viñedo con respecto a años anteriores, está poniendo de los nervios a más de uno que ve llegar tormentas de cierta intensidad, que ponen en peligro su cosecha y la buena calidad que, hasta ahora, traía el fruto.

 

Comentario de vendimias

Entre dos y tres semanas más que el pasado, ese es el período que prácticamente todas las regiones españolas han ido declarando de retraso en el inicio de las labores de vendimia; llegando a darse el caso, como en la comarca jerezana, donde, iniciados ya los trabajos, debieron pararse tres días para dejar que el fruto siguiera madurando al ritmo normal, interrumpido por una bajada brusca de las temperaturas.

Tras un año generoso en precipitaciones y temperaturas que han acompañado la maduración, permitiendo que el fruto se desarrolle ajeno a enfermedades e incidentes relevantes, excepción hecha de la marchitez fisiológica que ha afectado de forma bastante generalizada a la variedad Bobal en Utiel-Requena y Manchuela; prácticamente todo ha sido perfecto para la uva.

En este sentido sería de destacar lo publicado por Freixenet, la mayor bodega elaboradora de cava de España y que ya ha anunciado una horquilla de precios para esta campaña comprendida entre los 0,313 euros/kilo para la varietales tradicionales (Parellada, Macabeo y Xarel·lo) vendimiadas a máquina y los 0,343 para la recogida manual.

Lamentablemente no parece que esa vaya a ser la tónica en el resto de mercado. Sin ir más lejos Rías Baixas ha firmado un preacuerdo para su contrato homologado de un euro/kilo. Si tenemos en consideración lo sucedido el año pasado con una escalada incontrolada de precios al inicio de campaña que nos llevó a cotizaciones de vinos y mostos que hemos sido incapaces de mantener durante la campaña y que nos han supuesto la pérdida de un volumen importante de exportaciones, por no hablar de falta de cumplimientos en los contratos; no es un mal comienzo.

La entrada en producción de miles de hectáreas sujetas a reestructuración y reconversión en los años pasados es otra de las cuestiones a tener en cuenta, no ya tanto por tratarse de una mayor superficie de viñedo, como por los altos rendimientos que presentan y que deberán tener su traslación a una cosecha que, a nivel nacional, podría estar en el entorno de los cuarenta y tres millones de hectolitros.

De cara a la vendimia

En el mercado exterior parece claro que las cosas, a pesar de las circunstancias propias de cada campaña, nos están funcionando; pero ¿podemos decir lo mismo del mercado interior? La pérdida de consumo, el desplazamiento hacia productos más baratos y el retraimiento en el canal Horeca, ¿son solo consecuencia de la pérdida de renta disponible de los españoles? ¿O no estamos haciendo las cosas todo lo bien que deberíamos, con un potencial de producción por encima de los cuarenta y cinco millones de hectolitros?

Llegado este momento, todo lo que no sea vendimia parece carecer de interés. Especialmente después de una campaña en la que hemos perdido una cantidad importante de nuestras exportaciones como consecuencia, presuntamente, de unos precios que hacían poco competitivos a nuestros vinos. Y eso a pesar de que éramos el país del entorno comunitario con los precios más bajos. Pero, ni tan si quiera eso ha evitado que muchas de nuestras operaciones se hayan visto truncadas a favor de vinos sudafricanos o chilenos, cuya última cosecha ha aumentado un dos por ciento, o sus exportaciones en los siete primeros meses de este año lo han hecho un 33,2%, gracias a un descenso en el precio medio del 19,4%.

Hay quien piensa que el mercado, cada vez más, es único, y que la procedencia del vino es un factor insignificante en la categoría más amplia e importante del consumo, que son los vinos comunes o básicos. Y bajo ese planteamiento la vuelta a la normalidad de las cotizaciones debería ayudarnos a recuperar parte de la tarta que nos han comido esta campaña, devolviéndonos al primer puesto en competitividad, al disponer de un producto de alta calidad y precios muy competitivos.

Claro que también los hay que son de la opinión de que esa competitividad se ha ganado a costa de la rentabilidad de los viticultores.

Si conseguimos recuperar una parte, aunque no sean los cinco millones cincuenta y dos mil hectolitros perdidos en el interanual julio’12-junio’13, de la exportación, y situar los precios cincuenta céntimos de euros por hectogrado por encima de los registrados en la campaña 2011/12; la experiencia habrá sido buena y nos habrá ayudado a ir dándole valor a nuestros vinos. Si, por el contrario, lo que recuperamos es una nimia parte, o las cotizaciones rompen la barrera de los tres euros con veinte céntimos por hectogrado, entonces podemos estar ante una campaña muy complicada, de consecuencias imprevisibles, especialmente de cara a las venideras.